RELATOS DE VIAJEROS

Un oasis perdido en el desierto costero de Perú

«Son los primeros días de enero y Huacachina se ha vuelto un estupendo paraje de nuestra travesía por el Perú». Un nuevo relato de viajero.

El pueblo de Huacachina (también llamada laguna de Huacachina) es un exótico oasis en la costa suroeste del desierto peruano. Un paradisíaco lugar en medio y en los profundo de las altas dunas de arenas blancas, con más hoteles y albergues turísticos que casas. [ Ver fotogalería ]

Por Diego Ignacio Almonte. Especial para Turismo/Perfil.com

El pueblo de Huacachina (también llamada laguna de Huacachina) es un exótico oasis en la costa suroeste del desierto peruano. Un paradisíaco lugar en medio y en los profundo de las altas dunas de arenas blancas, con más hoteles y albergues turísticos que casas.

Se encuentra a 5 kilómetros de Ica, la ciudad principal y a 4 horas de Lima, la capital peruana. Vive gracias a una laguna color esmeralda que se renueva constantemente por medio de filtros subterráneos, en el corazón de este balneario.

Vestida de altas palmeras, enormes eucaliptos, ostentosos hoteles, llamativos restaurantes, pequeñas ferias artesanales y un gran malecón a su alrededor, logra configurar uno de los puntos turísticos más codiciados del país.

Transformándose en un verdadero espejismo del desierto y en un punto de descanso ideal para todo viajante. Sin embargo, al ser tan pequeño con forma ovalar prácticamente demoras en conocerlo un poco más de lo que demoras en dar con el pueblo.

Desde la ciudad de Ica realicé una pequeña desviación en taxi que me tomó sólo cinco soles (US$2), y seis minutos en llegar. El clima árido, propio del desierto, posee un impetuoso sol que sabe abrumar si uno no sabe cuidarse bien y de vez en tanto acobijarse en la sombra. Para mi suerte y la de muchos, estaba la piscina de este sublime y confortante hotel ajardinado en el que me hospedé los primeros días, logrando apaciguar así las altas temperaturas. Inclusive por las noches.

Las temperaturas pueden llegar a niveles tan altos a eso del mediodía que, de forma anecdótica les he de contar, toda la ropa que lavé en esos días rápidamente en las duchas y posteriormente colgué en el tendedero, no sólo quedó de manera instantánea seca en los siguientes 15 minutos, sino también impecablemente planchada para mi sorpresa.

Como en muchas partes -y Huacachina no es la excepción-, aquí coexisten mitos y leyendas, principalmente en torno al silencioso lago que posee, que a ratos se aprecia ver cómo lleva de paseo a turistas en sus coloridos botes a pedal rentados. Apacible y quieto a la vista, se cuenta que vive una sirena en sus profundidades dispuesta a llevarse a cualquiera que ose tocar sus aguas.

No obstante, la leyenda de donde parte esta mitología y la que más destaca es de la doncella Huacca China, la que le otorga el nombre y origen al lugar. Yo sólo metí los pies hasta las rodillas para refrescarme un poco cuando me acerqué por sus playas. No pensé que se podía nadar, hasta que vi por la tarde todo un hatajo de niños y adultos chapoteando en la orilla. Seguramente por temor a que la sirena se los llevara más adentro.

 

 

 

Un comentario en “Un oasis perdido en el desierto costero de Perú

  1. Rosazeimer | 01/06/2013 | 16:16

    Que lugares hermosos hay en el mundo,lástima que el hombre se va a encargar de aruinarlo…

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