PENÍNSULA DE LICIA / TURQUÍA

Tierra de santos, mitos y quimeras

En sus aguas cristalinas de la isla Kekova se pueden ver los muros sumergidos de una milenaria ciudad turca. Fotos.

La playa de Kaputas es famosa en Turquía por su arena blanca y su agua turquesa. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Por Manuel Meyer (dpa)

Kekova es una pequeña isla situada a sólo unos cientos de metros de la costa sur de Turquía. En sus aguas cristalinas se pueden divisar muy bien los restos de muros y columnas de la «ciudad hundida». Incluso el antiguo puerto se puede ver claramente, a una profundidad de dos metros. Tienen una antigüedad de miles de años y pertenecen a la antigua ciudad de Dolikhiste. Como consecuencia de un terremoto, algunas áreas de la isla y la ciudad se hundieron en el mar.

El aroma de tomillo y laurel se mezcla con el aire salado del mar. Esta localidad es un pueblecito costero turco como de película a la que sólo se puede llegar en barco o a pie. Sobre el pueblecito se alza la antigua ciudad de Simena, cuya fortaleza está envuelta por la suave luz del sol poniente.

Además de la costa parcialmente rocosa de la península de Licia, las numerosas ruinas de ciudades de la Antigüedad griega y romana, así como las tortugas marinas protegidas han impedido que aquí las playas, los pueblos y las bahías se llenaran de hoteles para masas de turistas. Un ejemplo es la pequeña localidad de Cirali: en vez de grandes complejos hoteleros como en la cercana ciudad de Kemer, hay una hilera de pequeños albergues cerca de la playa en medio de naranjales y limonares.

La mayoría de los turistas viene aquí a relajarse. Aquí parece como si se hubieran parado los relojes. Por la noche, muchos turistas caminan con linternas por un sendero empinado y pedregoso hacia las famosas «rocas en llamas» de Chimaira, a una altura de 250 metros. Se trata de pequeños agujeros de los que sale fuego permanentemente.

Desde este lugar en lo alto la vista del mar es maravillosa y el fuego crea un ambiente romántico. Hoy se sabe que las llaman se alimentan de gas natural. En la Antigüedad, sin embargo, la gente creía que en la profundidad del monte Olympos vivía un monstruo que vomitaba llamas, la quimera, que viene del turco Chimaira.

Muchos caminantes suben durante el día a la «Cueva del Monstruo», el monte Olympos, que tiene una altura de 2.300 metros. Otros excursionistas utilizan el teleférico, demasiado caro pero rápido, para disfrutar desde la cima de las impresionantes vistas panorámicas.

Olympos también es el nombre de la ciudad en ruinas, olvidada durante mucho tiempo, de la Antigüedad, del segundo siglo después de Cristo, que se extiende espectacularmente, cubierta de plantas trepadoras y árboles, a la orilla de un pequeño río detrás de la playa de Cirali.

Una playa de ensueño como la de Patara, de 14 kilómetros, también se habría llenado ya hace tiempo de hoteles y restaurantes si no se encontrasen aquí las pequeñas ruinas de la Antigüedad o si las tortugas marinas no hubiesen venido cada verano a esta playa para poner sus huevos. Por esto, sólo hay unos cuantos pequeños hostales deliciosamente tranquilos y restaurantes en los que puede ocurrir que la carta del menú, a diferencia de la Riviera turca alrededor de la ciudad de Antalya, no esté escrito en inglés o alemán.

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