36 horas en Basilea, viaje entre arte, libros viejos y otras rarezas

Pacífica, rica y esbelta, la ciudad atravesada por el Rhin es el único puerto suizo. Resulta imposible caminarla sin admirar a cada paso la cultura de Occidente. Galería de fotos

Con fácil acceso a Francia y Alemania, en esta pequeña ciudad suiza es imposible caminar diez metros sin toparse con un museo, una galería, un taller de arte, una casa del siglo XIII o una empresa de renombre. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Durante unos días, Basilea (Suiza) es la sede anual de la gigantesca Feria de Arte Basilea (este año, del 19 al 22 de junio), pero en cualquier época del año esta pequeña ciudad del noroeste de Suiza ofrece abundantes puntos a favor para los fanáticos de la cultura: maravillosos museos, arquitectura de talla mundial, bares peculiares y fácil acceso a Francia y Alemania, sus dos vecinos en la Dreiländereck o “región de los tres países”. Vuele al aeropuerto de Basilea, técnicamente situado en territorio francés, y tome las rutas de transporte público rumbo a Weil am Rhein, un suburbio alemán. Aunque numerosas casas tradicionales de madera exhiben orgullosamente fechas de construcción del siglo XIII, muchas atracciones llegaron en los últimos años.

DÍA 1. DISEÑO EXCELENTE

Desde su oficina principal en Basilea, el equipo arquitectónico de Herzog & de Meuron influenció la apariencia de Londres (con el Tate Modern), San Francisco (el Museo de Young) y Munich (la Arena Allianz). Las mejores boutiques de Basilea desde hace mucho se instalan en Spalenberg, cerca de la universidad, donde uno de los residentes típicos, Schwarz Modes, ha estado vendiendo sombreros de paja hechos a mano durante más de un siglo. St. Johanns-Vorstadt también se está volviendo una calle prometedora.

Es difícil avanzar diez metros en Basilea sin toparse con una galería, museo o taller. Exactamente sobre St. Johanns-Vorstadt, el complejo Ackermannshof alberga una casa editorial, oficinas y un restaurante abierto desde hace dos años, donde la obra de arte más impactante deben ser las vigas originales del techo y los frescos en las paredes del siglo XIII. La cena para dos, sin vino, aproximadamente 150 francos. Dar un nuevo propósito a edificios viejos es un tema común en Basilea, donde uno de los mejores clubes para música electrónica es Garage, un ex garaje de autos.

DÍA 2. RAREZAS

Empiece el día de cacería entre ropa vieja, libros usados y baratijas raras en el mayor mercado de pulgas de la ciudad, que todos los sábados se instala bajo los frondosos árboles de Petersplatz. Muy cerca, más fascinante será la visita al Museo de la Farmacia, con una colección de frascos medicinales antiguos, herramientas quirúrgicas viejas y remedios bizarros, como lengua de zorro (alguna vez utilizada para tratar el asma) y pieles de serpiente (para el dolor de dientes) en el fascinante Museo de la Farmacia. Probablemente sea más común derrochar dinero en la comida de la noche, pero las vistas panorámicas desde el notable Cheval Blanc son más hermosas durante el día. A orillas del río Rhin, el chef Peter Knogl cosechó aquí su primera estrella Michelin en 2007.

El rosa neón de un macarón de remolacha está acompañado de picante mayonesa wasabi y un puré de manzana verde nuclear. Considerando la ostentosa cocina y el imperturbable servicio, se podría esperar un precio mayor para el “almuerzo ejecutivo” de tres platos, de 88 francos. No todo lo que vale la pena ver en Basilea está en Suiza. Desde la parada Schifflände, tome el autobús 604 (se paga en euros, no en francos, pero puede sacar un boleto en una máquina vendedora suiza antes de abordar) hacia la parada Carrefour, en el somnoliento pueblo francés de Saint-Louis, justo del otro lado de la frontera, donde una antigua destilería Fernet Branca ha sido convertida en un extenso espacio de exhibición de arte contemporáneo, la Fundación Fernet Branca.

Aunque el casco viejo de Basilea tiene muchos atractivos turísticos, gran parte de la vida moderna se centra en Kleinbasel, la sección “chica” de la ciudad, justo al norte del Rhin. Luego de un paseo por la ajetreada Claraplatz, enfríese en Volkshaus, un complejo de 1925 donde todos piden panaché (pronuncie “panasch”). Los negocios de Kleinbasel formaron el grupo REH4, que tiene una página de internet (reh4.ch), donde puede imprimir un mapa con la ubicación de todos los locales. Se sugiere almorzar en Zum Goldenen Fass, con excelente cocina contemporánea a cien francos para dos.

DÍA 3. ARTE

Casi toda Basilea está cerrada los domingos, además de las iglesias, por supuesto. Pero una clientela con onda artística se junta para servicios de otro orden en el íntimo Zum Kuss, una ex capilla de cementerio reconstruida como café de moda, que sirve un “Desayuno para Resaca” de 17 francos. No se desanime por el Totenbeinli. ¿Cuál es la fuente del impresionante sentido de diseño de Basilea? Simplemente podría ser Estados Unidos, vía Alemania. Justo del otro lado de la frontera, en el suburbio alemán de Weil am Rhein, grandes legados de diseñadores estadounidenses como George Nelson y Charles y Ray Eames forman parte del influyente Museo de Diseño Vitra. Los domingos, los autobuses salen cada hora desde Claraplatz, en Basilea, hasta la parada Vitra. Para ver los horarios, visite bvb.ch

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