RELATOS DE VIAJEROS

Capuchinos, oro y anacondas: la belleza natural de Misahualli

El viajero nos relato su viaje por Misahualli, destinos turísticos más famosos de la amazonia ecuatoriana. Fotos

Capuchinos, oro y anacondas: la belleza natural de Misahualli, en la amazonia ecuatoriana. [ Ver fotogalería ]

Por Diego Ignacio Almonte / Fotos: Guillermo Vidal y Gabriela Thompson

La travesía inició en un pueblo llamado Tena y desde ahí partimos a la selva. La selva amazónica ecuatoriana que tiene más tipos de hojas que habitantes nos entregó calor, humedad y un cielo despejado (algo de lluvia, por suerte dentro del «bondi» mientras viajábamos.)

Misahualli es un puerto fluvial de arena blanca y agua dulce. Un balneario que a través de sus playas y canoas a motor dan inicio a las pródigas excursiones de la selva río adentro. Se encuentra a 20 kms de la ciudad de Tena, provincia de Napo. Posee un clima tropical, además de una copiosa y exuberante biodiversidad, uno de las más extensos y profundos en el mundo en cantidad de especies endémicas de flora y fauna.

Llegamos a Misahualli donde los monos Capuchinos son el centro de atención. Son los amos y señores de sus tierras, circulan libremente por sus calles y son la envidia de los perros. Traviesos por naturaleza, ladrones por supervivencia y hay que tener cuidado con hacerlos enojar. Por las mañanas descienden a las riberas de los ríos para ser alimentados por turistas y viajantes, por las tardes retornan a la ciudad, donde transitan tranquilamente en la plaza. Tuvimos la oportunidad de alimentar algunos, la osadía de fotografiarnos con ellos y la fortuna de que no nos hurtaran nada.

Naufragamos por el río Napo donde habita el oro y las anacondas. «Chiquitas», me dijeron, pero lo suficientemente grande como para tragarse a un niño. Paradójicamente, en las orillas los hombres sacaban y lavaban el oro en pequeñas fuentes de metal, mientras los niños jugaban a sus lados en el agua sin preocupación. Algunos hasta más adentro de lo que les hubiese permitido mi madre.

En sus costas habitan pueblos indígenas y centros de turismo. Varamos en la comunidad Kichwa en el que fermentan el cacao hasta transformarlo en chocolate. Nos recibieron con chicha de yuca (mandioca) preparado con un líquido del camote (batata) que dejan fermentar en hojas u ollas; y un exótico baile al son de tambores y sonajeros, que al final muchos tuvimos que participar. Otro de sus atractivos son el Centro de rescate Amazónico de vida silvestre y la Estación biológica Jatun-Sacha (Un centro de investigación biológica y de educación ambiental.)

Un árbol que sangra si lo lastimas —al que se extrae la sangre de grado (o Drago), la sabia liquida curativa—, tarántulas azules, un cielo que se expresa en colores y un río que no termina más. Al atardecer retornamos a Misahualli, tomamos el bondi y nuevamente a Tena; y desde ahí, de vuelta a Baños de Agua Santa, donde teníamos nuestras mochilas de viaje esperándonos y las macilentas pero no menos apacibles camas del hostal para dormir. Así acabó un extraordinario día de febrero con tan solo lo necesario en unas diminutas mochilas. Una de las más grandes experiencias que vivimos como grupo en el corazón de Ecuador.

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