Estoril, un destino seductor para exiliarse del mundo

Costa Estoril es un destino popular en Portugal. Antaño, fue el escondite preferido por reyes exiliados, burgueses y aristócratas. Fotos

Por su cercanía a la capital portuguesa, Cascais y Estoril acogen cada año a numerosos lisboetas. Foto: DPA [ Ver fotogalería ]

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No hay que tener miedo al contacto. Quien se sienta una tarde de domingo en una de las numerosas terrazas en Cascais (Portugal) está rodeado de gente, codo con codo. Esta pequeña localidad pintoresca situada en la Costa Estoril es un popular destino de excursión. No solo los turistas se desplazan por los callejones y las plazas, sino que también a los portugueses les gusta ir de bar en bar para disfrutar de una buena conversación. Y los amigos, los familiares o los vecinos también conversan relajadamente, aunque les separen un par de mesas.

A los habitantes de la localidad es difícil que los turistas les estorben: están acostumbrados a su presencia desde hace tiempo. Durante mucho tiempo, Cascais y Estoril fueron las primeras localidades que veían los turistas extranjeros en Portugal cuando salían desde Lisboa para viajar por el país y también las últimas que contemplaban al regresar.

La transformación de Cascais de un pueblo de pescadores en un elegante balneario comenzó tarde. En el año 1870, el rey Luis I de Portugal trasladó su residencia de verano a la ciudadela de Cascais, atraído por el clima templado, las hermosas playas y los espesos bosques de Sintra. Desde entonces, cada vez más bañistas adinerados llegaban a estas pequeñas localidades situadas cerca de la capital, Lisboa.

Durante las revueltas políticas en Europa, muchos aristócratas, burgueses ricos y monarcas eligieron como exilio a Cascais y Estoril. Como testimonio de esa época quedan las numerosas mansiones ostentosas, generalmente ocultas tras muros de varios metros de alto. Durante la época de la dictadura de Franco, Estoril se convirtió en refugio de la familia real española. También el último rey italiano, Umberto II, tenía su residencia en esta costa de color azul celeste.

Quizás, esto también explica por qué no hay hasta ahora grandes complejos hoteleros en la costa de Estoril, como los que se expanden en muchas otras regiones costeras. No obstante, ambas localidades han conservado hasta hoy gran parte de su encanto. Por ello, los fines de semana muchos habitantes de Lisboa acuden a las extensas playas de color dorado.

Para quien no tenga ganas de tomar el sol en la playa hay muchas alternativas. Vale la pena, por ejemplo, dar un paseo en bicicleta por la amplia ruta cicloturística, bien cuidada, que discurre a lo largo de la costa. Viajar en bicicleta es más rápido los fines de semana, cuando los innumerables coches de excursionistas se desplazan por las calles a paso de tortuga.

Y una buena noticia: en verano, durante el día, se pueden alquilar gratis bicicletas en la ciudad. Las bicis, llamadas BiCas, se pueden alquilar en varios sitios. Vale la pena hacer una excursión en bicicleta, aun cuando el viento en contra muchas veces exige un esfuerzo para poder avanzar.

Sin embargo, las vistas lo compensan todo. Quien mira el mar profundamente azul desde la empinada costa puede hacerse una idea de cómo se sentían los navegantes portugueses que en el pasado partían a descubrir nuevos territorios, porque aquí comienza el ancho mundo. También vale la pena hacer una parada en el puerto deportivo con su bonito faro blanquiazul o en la Boca do Inferno, una cueva natural donde las olas se rompen estruendosamente.

El turista no debería dejar de visitar el Cabo da Roca, el punto más occidental del continente europeo. Durante los fines de semana calurosos, el mirador es un popular destino de motociclistas, que disfrutan sobre todo del viaje por la sinuosa carretera que conduce al faro. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de una visita al parque nacional Quinta do Pisão. En días de mucho calor es recomendable hacer excursiones en bicicleta de montaña o caminatas por los espesos bosques, relativamente frescos, en las montañas.

Los amantes del deporte acuático pueden disfrutar plenamente en la costa de Estoril: las altas olas, por ejemplo en la Praia do Guincho, ofrecen condiciones casi ideales para los surfistas, con o sin vela, o para practicar el kitesurf. Sin embargo, el panorama es más bonito en la Praia da Adraga. Además, hay numerosos campos de golf diseminados en el paisaje, como la Quinta da Marinha, o Oitavos Dunes, un campo de golf más cercano a Estoril.

También hay una abundante oferta cultural, desde los numerosos museos, como el de la Ciudadela de Cascais, la antigua residencia de los reyes, hasta el Palacio Nacional da Pena en Sintra. La alegre residencia real de verano con sus amplios jardines es una de las obras maestras del romanticismo del siglo XIX en Portugal. Situado en un cerro, el palacio con sus muros rojos y amarillos es visible desde gran distancia.

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