Aunque pensar en la capital checa remita a la Edad Media y a grandes patrimonios, la renovación turística no reconoce blasones. Las hamburguesas compiten con los pasteles; y el vino, con la cerveza. Un baño de pintura le cambió la cara al centro histórico, pero un alud de espacios artísticos, marcas y audacia hablan de un renacimiento checo. Foto: Cedoc Perfil

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