36 horas de tranquilidad isleña en Nassau

Aunque la mayoría de los turistas se tiente con los resorts de la isla Paraíso, el auténtico shock bahameño vibra en la isla Providencia. Platos típicos, festival de mariscos y color.

La mayoría de los turistas que llegan a la ciudad capital de Bahamas van hacia la isla Paraíso, que alberga megadesarrollos hoteleros. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Brendan Spiegel (The New York Times / Travel)

La mayoría de los turistas que llegan a Nassau, la ciudad capital de Bahamas, van hacia la isla Paraíso, que alberga megadesarrollos hoteleros. Sin embargo, además de puerto de cruceros, Nassau es una tranquila ciudad isleña. Aquí, influencias europeas se fusionan con tradiciones bahameñas de siglos de antigüedad, hoteles más pequeños y, por supuesto, kilómetros de playas de arena blanca.

Día 1. Hacer la propia

Entre la isla Paraíso y las islas más aisladas de Bahamas, el título a la mejor playa en este país abre un interminable debate. Pero si la meta es llegar adonde se disfruta el océano con aguas prístinas en la menor cantidad de tiempo, es difícil superar la Playa Cable. A diez minutos en taxi desde el aeropuerto de Nassau, ofrece arena blanca y fina como polvo, agua verde azulada y abundante espacio en la playa para la toalla.

Disfrute de esta franja relativamente libre de gente ahora que todavía puede; el vasto centro vacacional Baha Mar tiene programado abrir aquí el siguiente invierno. Los taxistas y hoteleros inevitablemente citan a Cayo Arawak como el sitio para cenar como los locales; lo que por supuesto significa que las sencillas chozas de mariscos están llenas de turistas. Siga caminando hacia el Oeste y deténgase en el diminuto y sencillo King Restaurant and Bar, donde una clientela local bebe cerveza Sands (3  dólares) mientras juega backgammon y dominó.

No hay menú impreso, pero lo platos de poliestireno tienen altas pilas de la pesca del día (besugo frito, probablemente) con arroz y frijoles, banana frita y macarrones con queso (US$ 12; el dólar estadounidenses y el dólar bahameño están a la par. Ambos se usan en las islas). John Watling’s, la única destilería de capital local en Bahamas, abrió el año pasado en una grandiosa propiedad de 1789. Los viernes por la noche, la bulliciosa clientela bebe Bahama Mamas (US$ 10,35) o va directo a lo bueno: el ron Buena Vista, de cinco años de añejamiento (US$ 10).

Día 2. Después del silencio en el ashram

Salude la salida del sol con una clase mañanera de yoga en Sivananda Ashram Yoga Retreat, casi una propuesta incongruente en la ostentosa isla Paraíso, adyacente al centro vacacional Atlantis. Tome el transbordador gratuito desde Nassau para una sesión de dos horas para principiantes (US$ 10), seguida de un abundante desayuno vegetariano (otros US$ 10). Luego, salga por atrás del ashram, para una zambullida en el mar.

Con yoga o sin él, aquí el pasatiempo favorito es hacer compras, sobre todo en la tienda del aclamado artista bahameño Jackson Burnside, que vende gemelos hechos con monedas (US$ 20) y pulseras de discos de vinilo (US$ 15). Para comer mariscos, Potter’s Cay está junto al puente Isla Paraíso. Moby Dick Restaurant los vende estilo “crack conch” y para una vista al mar, ir a Twin Brothers.

Bájelos con “jugo de cielo”: agua de coco, hielo y ginebra. Desde kayaks con fondo de vidrio hasta snorkel, buceo o caminatas bajo el mar, no faltan maneras de contactarse con la copiosa vida marina de la isla. Una de las menos esforzadas y gratificantes es, sin duda, a bordo del Seaworld Explorer (US$ 45 adultos y US$ 25 niños), un observatorio con paredes de vidrio que se desliza sobre los arrecifes de coral de la costa isleña, mientras tiburones, rayas y coloridos peces circulan a su alrededor.

Día 3. Lengua local

Sobre una avenida cuesta arriba, Shoal sirve la mejor comida bahameña auténtica. Para el desayuno, eso significa salsa de lengua de oveja, sopa picante y súper caliente servida con una abundante porción de carne de lengua y pan plano de harina de maíz. Los comensales menos aventureros pueden optar por guiso de besugo y sémola de maíz  (US$ 11). En Goodfellow Farms, localizado en una tranquila carretera cercana al aeropuerto, podrá almorzar en el sombreado jardín de una granja. El menú incluye cordero a la parrilla y sopa de calabaza con curry (para dos, US$ 30). Compre unos originales souvenirs en la tienda campestre, por ejemplo aderezo de mango (US$ 6) y exfoliante de sal marina (US$ 25). Y luego, prométase regresar.

 

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