GRAN BRETAÑA

Un mar de amapolas en la Torre de Londres, homenaje nacional y atracción turística

El simbolismo de los campos de batalla donde las amapolas se convirtieron en testigos del derramamiento de sangre demostró ser un imán para el público.

Los secos fosos que rodean la Torre de Londres llevan semanas convertidos en un mar rojo gracias a las 888.246 amapolas en recuerdo de los caídos en la Primera Guerra Mundial. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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6 de noviembre de 2014

Los secos fosos que rodean la Torre de Londres llevan semanas convertidos en un mar rojo. Miles de personas acuden diariamente a este símbolo de la capital británica para contemplar las 888.246 amapolas («poppies») de cerámica que, hasta el 11 de noviembre, recuerdan allí a los soldados británicos y de la Commonwealth caídos en la Primera Guerra Mundial.

El simbolismo de los campos de batalla de Flandes y el norte de Francia, donde las amapolas se convirtieron en testigos del derramamiento de sangre, demostró ser un imán para el público. Según los cálculos de los organizadores, desde que comenzó la iniciativa, a principios de agosto, el número de visitantes se sitúa ya en torno a los cuatro millones.

Aunque el proyecto es políticamente controvertido, en el mundo artístico su capacidad de atracción se considera rompedora. Titulada «Sangre barre de rojo tierras y mares», la instalación es obra del escenarista Tim Piper y el ceramista Paul Cummins. Las flores fueron hechas a mano y colocadas por voluntarios.

Tras el 11 de noviembre, fecha que marca el fin de la Primera Guerra Mundial y que en la Commonwealth se conmemora con el Remembrance o Poppy Day, las amapolas serán retiradas. Después, se venderán a 25 libras (31 euros/39 dólares) la pieza en beneficio de organizaciones de ayuda a militares. A fecha de hoy, los 888.246 ejemplares ya tienen comprador, informa DPA.

Según el Financial Times, el campo de amapolas ilustra «el gran cambio» desde los memoriales clásicos al «entretenimiento formativo» de la actualidad. No es casualidad que la instalación siga la estela de otras tan importantes como las «Sunflower Seeds» de Ai Weiwei en la Tate Modern (2010) o el «Field» de Antony Gormley.

«El lenguaje fluido de las instalaciones» ha superado los oscuros monumentos de piedra gris, afirma el rotativo. La «memoria como espectáculo«, tal y como lo conciben Piper y Cummnis, podría convertirse en la «conmemoración más eficaz hasta la fecha» en la historia británica.

Para The Guardian, en cambio, se trata de un «bonito pero desdentado» monumento. La guerra no es ni noble, ni agradable ni digna, como sugieren falsamente las amapolas de cerámica, sostiene el diario.

En una entrevista con la BBC, Cummins se mostró «sorprendido e inmensamente feliz» ante el éxito del proyecto. Aunque considera «una pena» que las «poppies» no puedan quedarse en el foso, su carácter efímero es importante, sostuvo. «Nada es permanente. La guerra no lo fue, pero se mantiene en nuestro recuerdo. Eso es algo que todo el mundo debería llevarse consigo«.

 

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