INFORME ESPECIAL

La ruta de los volcanes de Ecuador, un hermoso «peligro latente»

80 cráteres -27 activos- jalonan la geografía ecuatoriana. Son un peligro latente que puede llegar a «complicar la vida», dicen los expertos.

El volcán Cotopaxi al anochecer en la Cordillera de los Andes, en el Parque Nacional Cotopaxi. [ Ver fotogalería ]

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(10 de agosto de 2015) Ecuador es un país con volcanes en todas sus regiones geográficas, pero la convivencia con estos colosos de lava, va más allá de su atractivo turístico y paisajístico: la actividad de sus bolsones de magma que pugnan por salir provoca periódicamente intranquilidad y nerviosismo en la población.

Este país andino es considerado en las guías de turismo como «la ruta de los volcanes», ya que está tejido por 80 cráteres mayores de los cuales 27 son activos y 14 han tenido actividad en tiempos históricos, es decir, desde el año 1532 hasta hoy. Estas montañas de granito y lava son «uno de los más extraordinarios espectáculos que puede ofrecer Ecuador» señala el vulcanólogo y catedrático Theo Toulqueridis, quien los ha investigado desde hace más de 15 años.

No obstante, según explicó a la agencia dpa el científico de origen griego, más allá de sus nieves y su belleza los volcanes en Ecuador «son un peligro latente» que puede llegar a «complicar la vida». Y esa complicación puede darse pronto, ya que el Cotopaxi, un hermoso cono nevado de 5.800 metros de altitud, se reactivó en abril, elevando a niveles nunca antes registrados sus sismos, los tremores internos y la emisión de dióxido de azufre que se huele en sus cercanías.

La anterior reactivación del Cotopaxi ocurrió hace 127 años, cuando los flujos de rocas alcanzaron las zonas bajas de Quito y afectaron a la ciudad de Latacunga. Ahora, los vecinos de estas dos zonas densamente pobladas están siendo preparados para identificar las alarmas tempranas y los lugares de refugio.

Según Toulqueridis, es necesario emprender obras de mitigación que protejan sobre todo la infraestructura agrícola levantada en la zona de riesgo. «Esto debió haberse hecho hace más de 10 años», se queja. Pues si no se realizan estas obras en los filos de los cauces por donde bajarán los lahares se pondría en riesgo de muerte a más de 100.000 personas y las pérdidas superarían los 36.000 millones de dólares.

El director del estatal Instituto de Geofísica (IG), Mario Ruiz, considera que el Cotopaxi «ya no está en reposo«, sino formulando a los ecuatorianos una invitación a prepararse. Por ahora la actividad «es moderada», pero hay que estar alerta. Y el Cotopaxi tiene un vecino, el Tungurahua, cuyo nombre en lengua local significa «garganta de fuego». Esta montaña de 5.000 metros de altitud se reactivó en 1999, tuvo un gran episodio en 2008 y, desde entonces, no para de emitir ceniza, material incandescente y piedras. Su actividad cortó la producción agrícola y ganadera de numerosos valles de sus alrededores y obliga a periódicas evacuaciones de poblaciones.

Es común para los viajeros por aire o tierra toparse frecuentemente con la espectacular vista de los penachos de emisiones de gases del Tungurahua. Además, hay otros colosos que se manifiestan frecuentemente, como el Reventador, el Sangay, el Sumaco o el Pichincha, todos ellos pertenecientes a la cordillera de Los Andes. En los restantes volcanes activos, las manifestaciones son internas y leves. Exteriormente brotan en aguas termales que existen en todas las provincias del país y de las que se disfruta en balnearios con piscinas de altas temperaturas en las que huele a azufre, el olor de un volcán.

Por otro lado, hace cinco millones de años emergieron de un «punto caliente» en medio del Pacífico y atravesadas también por la línea ecuatorial las islas Galápagos, todas volcánicas y con siete elevaciones en plena actividad. Uno de ellos, el Wolf, en la isla Isabela, se activó violentamente en mayo pasado y expulsó lava durante dos semanas. Por suerte, no afectó a la frágil fauna y vegetación de la zona.

El Marchena, el Cerro Azul, el Fernandina, el Santo Tomás, el Volcán Chico, el Alcedo y el Darwin son otros conos volcánicos activos en Galápagos. Y tanto allí como en la región continental, los volcanes han sido aprovechados para el llamado turismo de aventura, con rutas y miradores desde los que, con suerte, se puede contemplar una explosión magmática.

Esa energía geotérmica se piensa aprovechar en un futuro para generar electricidad. El gobierno de Quito tiene ya un plan en el que ha localizado 21 sitios, entre ellos el puerto de Guayaquil, en los que se investigan proyectos de uso de esta energía. Pero mientras tanto, en las ciudades construidas despreocupadamente muy cerca de los volcanes activos, hay vecinos que ya duermen con un ojo abierto por temor al comportamiento de estos colosos. Y es que en algún momento que la técnica no puede determinar, sonarán las alertas.-

 

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