Un viaje por el paisaje invernal que cautivó a Hemingway

El apacible Valle del Montafon, repleto de casitas de madera, mantiene su cultura típica pese a la incesante llegada de turistas internacionales. Fotos.

La imagen del sol por las mañanas en las montañas fue una de las cosas que enamoró a Hemingway. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Nuevos elevadores y hoteles buscan convertir Silvretta Montafon en una de las mayores zonas de esquí de Austria. Pero el valle en Vorarlberg, oeste del país, logra mantener también su tradición. Y esconde la calma invernal que tanto cautivó al escritor estadounidense Ernest Hemingway. «Tenemos muchas pistas rojas con un toque negro», explica Markus Fessler-Jenny, de la agencia de turismo de Montafon. El valle de 39 kilómetros de largo incluye cinco zonas de esquí, entre las cuales la mayor y más conocida es Silvretta Montafon, con 140 kilómetros de pista.

El complejo se formó hace ocho años por la fusión entre los operadores entonces rivales Hochjoch y Silvretta Nova. Pero el estímulo turístico no logró deshacer aún la calma del Montafon: el valle mantiene su cultura típica. A media altura entre valle y montaña se conservan las cabañas tradicionales usadas por los pastores a comienzos del verano para apacentar a sus rebaños y convertidas en invierno en un codiciado alojamiento con el necesario toque romántico.

En los pueblos de la zona se ven también las casas típicas de Montafon construidas con piedra y madera. Y cualquier restaurante del lugar ofrece en su carta el tradicional «Sura Kees», el queso regional. Quien busque aun más calma puede dirigirse a Gargellen. Hasta los años 20, la localidad más alta de Montafon estaba habitada sólo de primavera a otoño. Al visitarla hoy en invierno el viajero se encuentra un panorama idílico de callecitas cubiertas de nieve en torno a una pequeña iglesia.

Junto a la chimenea del hotel «Madrisa» se escucha sobre todo inglés: el público es muy internacional en Montafon. Tal vez por influencia del gran nombre que marcó el inicio del turismo de invierno en la zona: Ernest Hemingway. El legendario autor era llamado «Cristo negro» y «bebedor de Kirsch (licor de cereza)» por los lugareños, porque pasaba noches enteras jugando a las cartas con el jefe de policía local mientras bebía botellas enteras de Kirsch y porque el sol a esa altura solía dejarle la cara más que morena.

Como demostró a lo largo de toda su vida, Hemingway tenía un olfato especial para detectar sitios maravillosos. Silvretta se convirtió hoy en un nombre bien codiciado por los amantes de los paseos en esquí. Fessler-Jenny se desvía de la pista de Gargellen hacia St. Antönier Joch. Tras una hora de viaje frena ante un cartel gris con la indicación: «Suiza». El experto aclara el paisaje y los picos que se ven: Riedkopf, Hochjoch, Heimspitze, Fluchthörner. Después acomoda su esquís e inicia el descenso de regreso. La vista idílica justifica el enamoramiento de Hemingway y sus sucesores con la región.

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