Nueva York marca tendencia en el mercado gastronómico

Primero fue el cronut (mix de donut y croissant), luego los bruffins y los cragels. Manhattan inventa platos y los turistas hacen cola.

El éxito del "cronut" propició que surgieran numerosos imitadores. Así, nacieron los "bruffins" (brioche y muffin), o los "cragels" (cruasán y bagel), todos ellos binomios hoy conocidos como "comida híbrida". Y que, tras ponerse de moda en Nueva York, fueron tendencia en otros lugares. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]

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Por Jenny Filon (dpa)

Esperan pacientemente, formando una fila que se extiende por todo un bloque de casas, a veces incluso dos. Aguardan durante horas, leyendo, escuchando música o mirando las pantallas de sus smartphones. La misma imagen se repite ante multitud de pequeños comercios y restaurantes que  pasarían casi inadvertidos en Nueva York, dejando clara una cosa: cuanta más larga sea la cola, más trendy es lo que se ofrece al otro lado de la puerta.

Hace dos años fueron los cronut, un híbrido entre donut y croissant relleno de una crema que cambiaba cada mes. Lo inventó Dominique Ansel, un pastelero francés con horno en el barrio de SoHo.

A los tres días de dar a conocer su nuevo producto ya había un centenar de personas ante su comercio. Nueve días después, lo patentó. En el mercado negro, estos dulces cuyo precio era de cinco dólares llegaron a venderse a veinte, cuarenta o incluso a cien dólares. Su número es limitado, puesto que la pastelería de Ansel es pequeña y sólo produce un par de centenares de cronuts al día.

Pero su éxito parece no tener fin: aún hoy, neoyorquinos y turistas esperan en las puertas del establecimiento, que ha llegado a los titulares de todo el mundo. Y hacen cola  incluso desde dos horas antes de que abra. El éxito del cronut propició que surgieran numerosos imitadores. Así, nacieron los bruffins (brioche y muffin), o los cragels (croissant y bagel), todos ellos binomios conocidos como “comida híbrida”. Y que, tras ponerse de moda en Nueva York, fueron tendencia en otros lugares.

¿Qué sucede exactamente en el panorama gastronómico de Nueva York? ¿Cómo se desarrollan tendencias como la del “cronut”? Rowan Johnson, profesora en  el Culinary Institute of America de Nueva York, opina: “Cuando se trata de comer, los neoyorquinos son apasionados, entusiastas. Les gusta más salir que prepararse algo en casa. Muchos tienen un buen nivel adquisitivo y siempre buscan algo nuevo que genera una demanda especial en un mercado de cocineros creativos y ambiciosos, que compiten entre sí”.

El etnólogo alemán Martin Trenk va un paso más allá. “Estados Unidos es una nación de inmigrantes”, explica. “Por eso, allí nunca se desarrolló una cocina propia”. Y la consecuencia es que los estadounidenses, no sólo los neoyorquinos, sean más propensos a combinar cualquier cosa imaginable. “¿Dónde si no se podrían haber inventado los productos de Starbucks?”, esa mezcla de “espresso italiano y batido de leche estadounidense”. Sea como fuere, en Nueva York siempre se está gestando algo nuevo entre hornos y  fogones.

 

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