FLORIDA / MIAMI

La leyenda de Al Capone se reconstruye en su mansión de Miami

El sol, el buen tiempo y el verano continuo atraían, como hoy, a turistas y a mafiosos como Capone. Compró la propiedad a nombre de su mujer por 40.000 dólares.

La mansión blanca estilo colonial de casi 2.800 metros cuadrados fue construida en 1922. Capone compró la propiedad a nombre de su mujer por 40.000 dólares. La mansión de Miami servía a Capone como lugar de retiro para disfrutar de la familia alejado de los negocios de Chicago. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]

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¿Cuánto tiempo cuesta pasar del repudio a la admiración? Poco menos de 90 años. Al menos en el caso de Al Capone, el criminal al que el gobernador de Florida y los residentes de Miami Beach no querían cerca en 1928 y cuya vieja mansión se reconstruye ahora para aprovechar el encanto de su leyenda. «Capone no es peor que otros muchos que hay aquí«, decía en 1928 el entonces alcalde de Miami Beach, John Newton Lummus, que además de representante público era promotor inmobiliario y fue el hombre que pese a las protestas vendió al gángster la mansión blanca de estilo colonial de casi 2.800 metros cuadrados construida en 1922 en la isla de Palm Island.

Lummus respondía así a los residentes, que habían votado la aprobación de una resolución que impedía que Capone se instalara en una ciudad emergente. El sol, el buen tiempo y el verano continuo atraían, como hoy, a turistas y a mafiosos como Capone. Muchos de ellos tenían vínculos con La Habana, que por aquella época superaba a Miami como sede de negocios turbios. «La principal razón por la que vino era por el buen tiempo», explica a dpa el historiador Paul George la llegada de Capone, que en Palm Island, con vistas y salida a la bahía y un aeropuerto cercano, tenía bien resuelto el posible plan de fuga en caso de ataque de los enemigos.

Capone, que conocía Miami tras haber pasado un par de inviernos, decidió comprar la propiedad a nombre de su mujer por 40.000 dólares. El mafioso tuvo que dejar la casa en 1931, cuando fue condenado por evasión de impuestos y trasladado a la prisión de Alcatraz, mucho más fría e incómoda que la cálida villa de Miami Beach. Regresó en 1938 y allí murió en 1947, ya recluido del mundo por culpa de la enfermedad. «A nuestro inversor no le importó que fuera la casa de Al Capone», afirma Marco Bruzzi, director ejecutivo de MB America, la firma de inversiones que recibió el encargo de encontrar «una propiedad de lujo, pero sobre todo histórica, con gran personalidad«.

Compraron la casa por ocho millones de dólares y la recuperaron y salvaron del peligro del agua invirtiendo 1,4 millones más. Ahora incluso está protegida contra huracanes. En la segunda planta, donde murió Capone, aún se ven las paredes desnudas, las vigas renovadas, lo único que falta terminar para que la propiedad se convierta en escenario para la grabación de videoclips o películas o para sesiones fotográficas, uno de los grandes negocios de Miami. «Es parte de la historia de Miami y es parte de la historia de Estados Unidos», afirmó Bruzzi, satisfecho de haber salvado una mansión que junto a las de otros famosos antiguos o actuales es reclamo para turistas en los paseos en barco por la bahía.

«Es una casa que no puedes comparar con el mercado porque su valor histórico es inmenso. Hemos salvado una parte de la historia de Miami y eso también nos gusta mucho«, señaló Bruzzi, orgulloso de haber mantenido durante la remodelación ese «look» característico de los años 20 y 30 del siglo pasado. La única estancia que permanece intacta es un cuarto de baño art decó en colores dorado y negro, tal y como lo quiso el gángster de origen italiano. Fuera destaca la piscina, la más grande de la época, que como estaba conectada al mar tenía peces. Bruzzi afirma que el mafioso pasaba horas sentado en el borde pescando. Junto a la entrada, una pequeña gruta con una fuente y un pequeño faro, todo en coral rojo. «Hoy sería imposible hacer algo así«.

Hasta las palmeras de entonces se han mantenido en un trabajo quirúrgico en el que hubo que levantar toda la tierra sin dañar los árboles. «El estaba aquí mucho más tranquilo (que en Chicago). Pensaba que no lo molestarían aquí abajo«, afirma el historiador George, que asegura que no hay constancia de que Capone tuviera grandes negocios en Miami más allá de algún restaurante o casino. La mansión en Florida era un lugar de asueto, de retiro, porque gestionar un violento imperio mafioso puede ser agotador.

Y también era un lugar para estar con los suyos. «Éramos una familia muy cercana. Comíamos juntos, cantábamos juntos, cocinábamos juntos», afirma Deirdre Marie Capone, que asegura que recuerda haber aprendido a montar en bicicleta y a nadar en la mansión de su tío-abuelo. Allí estaba también en enero de 1947, cuando Capone murió a los 48 años por una parálisis cerebral. A diferencia de muchos de los que la precedieron, Deirdre, presente en el día de apertura de la mansión a los medios el mes pasado, no reniega de su apellido, de lo que fue Capone, el criminal más buscado, perseguido y temido de Estados Unidos. «Pensaban que era malo tenerlo aquí porque daba mala imagen tener a alguien así, el personaje más infame de Estados Unidos. No lo querían en Miami«, afirma George.

Finalmente, Capone tranquilizó a las autoridades. Las peleas con los vecinos y algunos cargos públicos, los continuos arrestos y las denuncias por fiestas en las que había alcohol eran para él unas vacaciones en comparación con la violencia y el frío del Chicago del periodo de la Ley Seca. «Estaba muy enfermo ya cuando regresó«, dice George sobre su retorno en 1939 a la mansión, convertida ya en residencia principal los últimos años de vida del gángster, cuya leyenda renace junto a la de las paredes en las que se refugió.

 

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