Tres días en San Sebastián: Cultura, sabores y naturaleza

Al norte de España, la tercera ciudad del País Vasco fue centro vacacional de la realeza y hoy, de los amantes del cine, las playas intensas y la buena gastronomía. Con eventos y esculturas al aire libre se posiciona también como centro cultural.

Con apenas tres playas y una isla, la ciudad española de San Sebastián puede sostener su buena fama internacional. Pujanza cultural y gastronomía cantábrica hacen el resto. Fotos: The New York Times/Travel / Diario PERFIL [ Ver fotogalería ]

Por Ingrid K. WIllIams (The New York Times/Travel para Diario PERFIL)

La identidad de San Sebastián (España) como centro vacacional costero empezó hace más de un siglo, cuando esta franja silvestre de la costa atlántica fue favorecida por la realeza española en Navidad. Desde entonces, Donostia –como se la conoce en vasco– también se ha establecido como un paraíso gastronómico de talla mundial. Y a fines de este año, cuando fue elegida Capital Europea de la Cultura 2016, podría decirse que la ciudad se reinventó como destino cultural. Así que, cuando las temperaturas más frías del otoño fuercen a todos (salvo los surfistas más curtidos) a abandonar las playas, se encontrarán miles de atractivos.

El primer día en San Sebastián podría ser un tour de arquitectura. Balcones adornados con filigrana y edificios de piedra arenisca estilo Belle Epoque le dan su elegancia clásica, pero los fanáticos de la arquitectura contemporánea también pueden buscar tres obras de Rafael Moneo, el arquitecto ganador del Premio Pritzker originario de la vecina Navarra. La primera, Kursaal, se compone de un par de estructuras futuristas de vidrio que miran a la playa Zurriola. La segunda, una cuadra hacia al sur, es el Edificio Urumea, distinguido por su ondulante fachada color beige y marrón con vista al río Urumea.

Siga el río durante aproximadamente un kilómetro y medio hasta encontrar el aporte más reciente de Moneo a la ciudad: la Iglesia de Iesu, blanca y cuadrada. Las sidras fermentadas naturalmente desde hace tiempo gozan de aceptación en esta región de España, pero algunas microcervecerías vascas jóvenes están empezando a producir cervezas artesanales que podrían inclinar las preferencias locales. Para probarlas está Mala Gissona Beer House. Se puede probar un zurito (vaso chico) de Apatxe Pale Ale, o Amuitz, una lager sabor a lúpulo de la cervecera Bidassoa Basque Brewery.

La regla cardinal para comer en bares de pintxo es nunca dejar de moverse. Pero podría hacer una excepción para las espectaculares raciones de un bar, que son platos más grandes para compartir. Alejado de las hordas que atestan la Parte Vieja, Antonio Bar es un favorito entre los residentes locales donde tentadores platos de mariscos –pulpo, anchoas, sardinas, salmón– aparecen en la barra, listos para ser cuchareados sobre pedazos de pan recién tostado. Pero lo mejor para ordenar aquí es la ración de carpaccio de atún rojo (15 euros).

Para arrancar el segundo día, en cualquier cafetería de la ciudad puede hacerse de un cortado útil, pero para un expreso de verdad –o Chemex, o un preparado frío–, vaya a Sakona Coffee Roasters. Se trata de un espacio pulcro y ventilado con unas elegantes bancas de madera. Después, marche hacia el Bar Zabaleta, un sencillo bar de pintxos famoso por la tortilla (1,80 euros). Después podría dedicar un poco de tiempo a hacer compras en Gros, un hermoso vecindario con arboledas. Allí abrió sus puertas Le Carburateur, un pequeño negocio con raíces en el País Vasco Francés, que vende coloridos diseños con temática de Donostia.

Cualquier Capital Europea de la Cultura digna de su designación debe presumir de un brillante complejo cultural multidisciplinario. En San Sebastián, ese papel lo juega Tabakalera, una ex fábrica de tabaco que volvió a abrir como centro de cultura contemporánea. El enorme complejo de seis niveles presenta una gran variedad de exhibiciones y eventos en continuo cambio. No deje de ir a la cubierta de observación de la azotea para disfrutar vistas panorámicas de toda la ciudad y la costa.

¿Preparándose para comer pintxos en la Parte Vieja? Casa Urola ofrece destacados de temporada, como los espárragos de Navarra con mayonesa de trufas, o los divinos chícharos de primavera con forma de gota conocidos como guisantes lágrima, servidos con consomé de jamón. Almuerzo para dos, aproximadamente 100 euros. En Bar Paco Bueno, la especialidad son las gambas a la gabardina, camarones rebozados recién sacados de la sartén. Pero en Bar Txepetxa, le conviene ordenar rollizos boquerones (anchoas maceradas en vinagre) sobre pan crujiente coronados con rebanadas de pimiento y cebolla.

La despedida de San Sebastián debería ser en el amplio paseo marítimo de 800 metros que da la espalda a la playa Zurriola, una especie de galería de arte al aire libre, ya que el verano pasado trajo una instalación de seis esculturas de bronce de Henry Moore, pero las impactantes escenas playeras están en exhibición todos los días. En el paseo marítimo también hay arte bajo techo en la Sala Kubo Kutxa, una espaciosa galería situada en el complejo Kursaal que exhibe a artistas vascos contemporáneos. Reunirse con amigos para una copa de vermut (“¡Vamos a tomar el vermut!”) es una tradición del domingo al medio día que fácilmente puede durar hasta el ocaso. Podría ser en Txurrut, un pub que sirve vermut preparado (diluido en agua) en las mesas de la evocadora Plaza de la Constitución. Desde luego, los sabrosos pintxos del bar están a la mano.

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