Si vas a La Rioja, no te pierdas #Chaya2017, una fiesta nacida en la leyenda

Cada año, los riojanos recorren las calles de sus distintos pueblos cantando coplas y arrojándose pequeñas cantidades de harina, agua y albahaca a manera de saludo cordial. Una fiesta nacida de una leyenda romántica.

Los riojanos recorren las calles de los distintos pueblos riojanos cantando coplas y arrojándose pequeñas cantidades de harina, agua y albahaca a manera de saludo cordial. Foto: Secretaría de Turismo de La Rioja [ Ver fotogalería ]

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(Enero de 2017) La Provincia de La Rioja presentó su fiesta folclórica y popular más importante, «La Chaya», que este año se celebrará entre el 9 el 13 de febrero de febrero. Se trata de una de las celebraciones populares de mayor tradición en La Rioja y durante su desarrollo los habitantes de esa provincia, junto a miles de turistas que llegan para los festejos, recorren las calles de los distintos pueblos riojanos cantando coplas y arrojándose pequeñas cantidades de harina, agua y albahaca a manera de saludo cordial.

La edición 2017 de este encuentro cultural tendrá lugar en el Autódromo de la ciudad de La Rioja y contará con la participación de Sergio Galleguillo, Luciano Pereyra, Los Tekis, Soledad Pastorutti, el Chaqueño Palavecino y Cuty y Roberto Carabajal, entre otros músicos solistas y grupos musicales locales y del resto del país. El evento incluirá la realización del concurso «Pre-Chaya» y, por primera vez, de las llamadas «Chayas Barriales», espacios donde los lugareños y visitantes, al son de vidalas y recorriendo las calles de los barrios riojanos engalanados con guirnaldas, llevan a cabo los «topamientos», que son encuentros en los que el público quema el yuyo «Pujillay» entre ramilletes de albahaca mientras arroja, con respeto, harina y agua entre los presentes.

En la presentación de la edición 2017, el gobernador de La Rioja, Sergio Casas, afirmó que la Fiesta Nacional de la Chaya «es una oportunidad que tenemos los riojanos de agradecer todo lo que recibimos de la Pachamama y de los demás» y en ese sentido abogó porque «esa sensación de desearle al bien al prójimo se traslade a todos los estamentos de la sociedad para lograr una Argentina mejor«. «Los festejos ayudan a poner en valor nuestra música, los valores culturales de la región y el trabajo de nuestros artesanos, y por eso siempre lo esperamos con alegría«, remarcó Casas.

La historia cuenta que los diaguitas vivían en los valles y quebradas de esta provincia enigmática. Cada año las tribus agradecían a la Pachamama (Madre Tierra, a la que también se llamaba Allpa Huama), las bondades recibidas y la fructífera cosecha, principalmente del algarrobo, el árbol más importante de la economía y la tradición diaguita. Los estudiosos de estas leyendas coinciden en que en una de estas tribus vivía una bella joven llamada Challai (Chaya), que era tan hermosa que los diaguitas creían que era un homenaje vivo a la Madre Tierra. Sin embargo, esta fiesta, como cualquier otra surgida de la tradición ancestral, tiene un origen y un significado muchas veces distintos, según quién relate los hechos.

Algunos dicen que la hermosa Chaya se enamoró de un joven y rubio colono que pasaba junto a su familia por estos parajes. Otros aseguran que se enamoró de Pujllay, una especie de semidios. El amor no pudo concretarse, entonces la niña desengañada huye a las montañas y toda su tribu sale a buscarla desesperadamente. Cuando están a punto de encontrarla en una quebrada, Chaya se convirtió en nube y ascendió a los cerros. Cada año, en febrero, vuelve convertida en rocío para endulzar las flores del cardón, como una lágrima derramada por su amor perdido. Pujllay, con su corazón partido, se emborrachó y cayó en un fogón, donde murió.

Este amor frustrado da el nombre de Chaya a la fiesta que, año a año, los riojanos recuerdan bajo el aroma de la albahaca y deja como personaje principal a Pujllay, que en la actualidad se representa con un muñeco desgarbado (hecho de trapo o ropa en desuso que en ocasiones también le añaden pirotecnia), que preside la celebración, desde su desentierro al inicio de la Chaya hasta su entierro o quema, que marca el último día de la fiesta. Al llegar a estas tierras, los españoles se encontraron con una fiesta singular de agua y danza que celebraban los diaguitas festejando la finalización de las cosechas, aunque en La Rioja de hoy esté muy ligada al Carnaval de febrero. La Chaya es la fiesta “de los tres días», una gran celebración de amistad y de alegría, de compartir y dejar a un lado todas las penas. Es entonces como, cada año desde 1969, se realiza el Festival Nacional de la Chaya.

Además de las típicos topamientos por los barrios, con agua, harina, albahaca, vino y vidalas para refrescar la amistad, la celebración que reúne a la familia alrededor de mesas servidas del tradicional asado y el buen vino, donde se olvidan las penas de un año pasado. “… No sé que tienen las chayas, que a mí me pega en el corazón, será que en ellas se mezclan las alegrías con el dolor; No sé que tiene la chaya, pero al riojano lo hace llorar. Será que corre en sus venas sangre de uva y algarrobal”…, se escucha de algunos poetas y músicos argentinos.

 

 

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