En tren por las Barrancas del Cobre en México

Desde 1961, «El Chepe», tren con una imponente locomotora diésel con vagones de color verde amarillo, lleva a los pasajeros de la ciudad de Chihuahua, en el norte de México, a la costa del Pacífico para dar a conocer a la cultura tarahumara.

Desde 1961, El Chepe, lleva a los pasajeros de la ciudad de Chihuahua, en el norte de México, a la costa del Pacífico. Foto: Florian Sanktjohanser/dpa [ Ver fotogalería ]

El único tren de pasajeros en México que circula con regularidad pasa por el trayecto más bonito del país, a través de una gigantesca red de barrancas profunda, las Barrancas del Cobre, un laberinto de gargantas cuatro veces más grande que el Gran Cañón en Estados Unidos. Desde 1961, «El Chepe», tren con una imponente locomotora diésel con vagones de color verde amarillo, lleva a los pasajeros de la ciudad de Chihuahua, en el norte de México, a la costa del Pacífico. Y a excepción del avión sigue siendo la comunicación más rápida entre ambos lugares.

Está previsto que los vagones sean renovados en un plazo de dos años para convertir El Chepe en un tren de lujo. Sin embargo, ya en la actualidad el viaje es cómodo. Los asientos son amplios y confortables. A un ritmo tranquilo va pasando el paisaje, poco espectacular en el primer tramo: maizales y cultivos de verduras. El viaje comienza en Los Mochis, una próspera ciudad que vive de la fruticultura y horticultura, con calles anchas y grandes centros comerciales. Sin embargo, no tiene mucho encanto. Lo mejor es seguir directamente viaje a El Fuerte, una preciosa pequeña ciudad colonial donde sube al tren la mayoría de los turistas.

Pasando El Fuerte, el paisaje se vuele salvaje. Delante de la ventana pasan arbustos espinosos y cactus. Se acercan las cadenas de colinas. Después de poco más de una hora, el tren traquetea sobre el Puente Fuerte, con 498,8 metros el más largo entre los 37 que se encuentran en el trayecto. Poco después siguen el túnel más largo, de 1,8 kilómetros, y el puente más alto, de 103,6 metros. Sin embargo, más impresionante que todos los datos técnicos es el paisaje, que ahora adquiere una grandeza dramática. A la derecha, un río de color verde corre por una barranca. Encima de la garganta se yerguen sobre pendientes boscosas estriadas peñas escarpadas de color castaño.

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En sentido contrario pasa a muy baja velocidad un tren de mercancías de 100 metros de longitud que se dirige hacia la costa. La línea ferroviaria se comenzó a construir a partir de 1861 para el transporte de maíz, cereales y cobre a los puertos exportadores. Más tarde, sin embargo, alguien debió de haberse dado cuenta de la grandeza del paisaje por el que pasaban los vagones. El mayor desafío que afrontaban los ingenieros estaba en Témoris. Y lo superaron de forma elegante. El tren culebrea por tres niveles de puentes y túneles salvando un desnivel de 800 metros y entra en otra zona climática. En vez de cactus, las pendientes están ahora cubiertas de pinos y robles.

Aquí late el corazón del Cañón del Cobre, que desde 2010 está protegido como parque nacional. El viajero puede bajar en Bahuichivo y seguir viaje a Cerocahui, donde un mirador que se alza sobre el precipicio ofrece una fantástica vista panorámica del Cañón de Urique, de más de 1.800 metros de profundidad. Uno también puede permanecer sentado hasta Posada Barrancas, donde tres hoteles se encuentran asentados como el nido de un águila en el borde de la barranca del Cobre. Desde el balcón del hotel se puede ver a turistas volando sobre las barrancas colgados de cables de acero. Las tirolinas forman parte del Parque de Aventura Barrancas del Cobre.

La película «Born to run», sobre el pueblo tarahumara, que fue un éxito de taquilla, dio un nuevo impulso a la popularidad de las Barrancas del Cobre y El Chepe. Desde que se publicó el libro homónimo llevado a la pantalla, el pueblo tarahumara alcanzó fama como incubadora de los mejores corredores de fondo del mundo. La mayoría de los indígenas viven retirados en las barrancas. Quien quiera ver más de los tarahumara que solo vendedoras de souvenirs a lo largo de la ruta ferroviaria debe adentrarse en el Valle de los Hongos con sus fantásticas rocas erosionadas, cerca de la localidad de Creel. Allí se puede ver una iglesia de los tarahumara y se pueden escuchar historias sobre sus famosas fiestas de Semana Santa. O uno agarra la mochila para explorar las profundas barrancas verdes, a pie como los tarahumara.

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