Lieja se reinventa como metrópoli de la cultura belga

En menos de cinco años ha cambiado la fisionomía de Lieja. La estación diseñada por Calatrava fue el comienzo de la metamorfosis. Ahora planea una gran biblioteca.

La Ópera Real de Valonia también fue rehabilitada. (Fotos: dpa) [ Ver fotogalería ]

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Hubo un tiempo en que Lieja (Bélgica) solo se conocía por su cerveza y su Treppe Montagne de Bueren, una escalera de 374 escalones en el centro histórico de la ciudad valona. Sin embargo, en solo pocos años se ha convertido en una metrópoli cultural. El símbolo del renacimiento cultural está situado a menos de 700 metros del museo La Boverie, que ha sido renovado y ampliado: la estación ferroviaria Liège-Guillemins, una creación del arquitecto estrella español Santiago Calatrava. Se invirtieron más de 300 millones de euros en la construcción con su imponente estructura arqueada de vidrio y acero. Una obra de arte en sí.

El camino hacia el nuevo museo emblemático pasa por el puente peatonal Boverie, que comunica la orilla izquierda con la orilla derecha del río Mosa, y termina en el parque homónimo, que también ha dado su nombre al museo. El templo del arte moderno y contemporáneo fue reabierto en mayo de 2016, después de que el arquitecto Rudy Ricciotti fusionara de manera radical lo viejo y lo nuevo. Al estilo del Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (MuCEM) en Marsella, diseñado por él mismo, Ricciotti amplió el antiguo Palacio de Bellas Artes, del año 1905, con un edificio nuevo de gigantescas ventanas.

Desde La Boverie, un transbordador lleva al visitante por el río Mosa al Grand Curtius. Este museo fue inaugurado en 2009 y se encuentra en el centro del casco viejo de Lieja. Bajo su techo están reunidas las colecciones de cinco museos diferentes que cuentan la historia milenaria mosana y muestran artefactos arqueológicos, cerámicas, así como arte religioso y decorativo. El edificio, que data del siglo XVII, fue en el pasado propiedad de Jean Curtius, uno de los industriales más adinerados de la ciudad en su tiempo, que se hizo rico con el comercio del salitre y de armas.

«Lieja se está convirtiendo poco a poco en un pequeño París a orillas del Mosa«, dice Agathe Lecouvreur, una joven de 20 años que estudia arte en la Académie Royale des Beaux-Arts. Lecouvreur llegó hace un año desde París a la «Cité ardente», la «Ciudad ardiente», como la llaman sus habitantes. El apodo alude a los numerosos altos hornos que había en Lieja, ya que la ciudad fue en el pasado un centro de la industria pesada. Hoy, Lieja (Liège en francés), la cuarta ciudad más grande Bélgica, es el centro cultural de Valonia.

«En los últimos años no solo ha aumentado el número de turistas«, dice Guillaume Kerkhof, director de la oficina de turismo de la ciudad. También el número de habitantes. «Actualmente viven en la ciudad unas 200.000 personas«. Una población que al mismo tiempo se está rejuveneciendo. El mayor grupo etario son personas de entre 20 y 30 años de edad. En menos de cinco años ha cambiado la fisionomía de Lieja. La estación diseñada por Calatrava fue el comienzo de la metamorfosis. Como próximo proyecto, Lieja planea construir una gran biblioteca con una inversión estimada de más de 40 millones de euros.

 

DATA. Cómo llegar: En avión a Bruselas y desde la capital belga en tren a Lieja. El viaje dura 37 minutos. Alojamiento: La ciudad cuenta sobre todo con buenos hoteles económicos de tres estrellas, cuyos precios arrancan desde unos 60 euros (64 dólares) la noche.

 

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