36 horas en Ammán, el Olimpo jordano

Las manos romanas, bizantinas y omeyas dejaron en Amán majestuosos templos mitológicos, lujos asiáticos y el culto a Alá. Una perla única en Oriente.

Con raíces en la Edad de Piedra, la capital jordana sigue creciendo hacia el Oeste. Además del narguile, ruinas romanas, credos múltiples y cibercafé. (Fotos: Perfil) [ Ver fotogalería ]

Por Patrick Scott (*)

Para ser una ciudad situada en una región antigua, Amán puede ser encantadoramente moderna. Sus colinas onduladas y su actitud tolerante han sido desde hace tiempo refugio para vecinos palestinos, iraquíes y sirios, y sede de organizaciones no gubernamentales. También alberga a una clase mundana creativa que cada vez asimila más tendencias occidentales.

Conocida como Filadelfia en tiempos helénicos y reducida a una aldea olvidada hasta que se convirtió en la capital de Jordania en 1921, las siete colinas originales de Amán se ampliaron a aproximadamente veinte, progresando de forma constante hacia el Oeste desde la década de 1950 y, a la vez, desarrollando una personalidad dividida.

Al Este, una vieja ciudad deteriorada más tradicional se concentra en el centro, donde las laderas están cubiertas por casas blancas cuadradas. Al Oeste predominan majestuosas casas de vacaciones, centros comerciales y torres de cristal y acero. Los turistas a menudo se detienen en Ammán sólo rumbo a Petra, el Mar Muerto y reservas naturales en el desierto, pero en este lugar hay sabores viejos y nuevos que resultan más que suficientes para mantener satisfecho al visitante durante 36 horas.

DÍA 1. EN ASCENSO

Todas las colinas llevan al centro de la ciudad, dicen los residentes locales, y la más colorida de las empinadas escaleras de piedra que cortan las pendientes es Príncipe Mohamed, que rebosa de macetas atornilladas en las paredes. Zigzaguee entre mujeres ataviadas con pañoletas en la cabeza y visite Zajal en la primera plataforma de descanso, uno de los varios restaurantes con balcones que dan a la calle.

Anímese con un café de buen cuerpo, un hummus cremoso y una ensalada fattoush (11 dinares jordanos, aproximadamente US$ 15,51, a un cambio de 1 JOD = US$ 1,41) antes de escalar al siguiente nivel: el antiguo Teatro Romano, construido con capacidad para 6 mil personas, con aproximadamente cien escalones hasta la cima, donde la gente común alguna vez presenciaba espectáculos. No se pierda la vista de las elevadas columnas desde la Ciudadela de la cima. (La admisión está incluida en el Pase Jordania, el boleto que se compra por internet, por alrededor de JOD 70, y permite entrar a más de cuarenta lugares.)

El viernes es un día sagrado en este país musulmán, y se siente una calma en el trajín al pasear por el centro, frente a escaparates que brillan con joyas y tiendas con vestidos bordados. Métase en una de las muchas escaleras que llevan a orillas del antiguo complejo de la Ciudadela, una laberíntica colección de remanentes de los períodos romano, bizantino y omeya, con una vista de 360 grados a las cordilleras vecinas.

En el Templo de Hércules, dos columnas enormes coronadas con un arco enmarcan dramáticamente la puesta del sol. Vaya al mirador aproximadamente a las 6 de la tarde, cuando los hipnotizadores llamados a orar caen en cascada desde las decenas de minaretes que salpican el ondulado panorama, formando una sinfonía.

Luego suba a un taxi (la mayoría de los viajes cuesta entre 2 y 4 dinares) y vaya a Books@Café, promovido como la primera cafetería con internet de Oriente Medio cuando abrió, en 1997. Ocupa dos casas de la era colonial del distrito Jabal Amman. Los encantadoramente retro salones comedores y librería, en el piso superior, desde hace tiempo han sido un oasis para rebeldes, artistas, músicos y activistas.

La calcomanía rosa de la puerta “Zona libre de odio” fija el tono. Ocupe una mesa en la terraza, inhale una pipa de agua, que se llama narguile, y pruebe el syrah jordano Saint George y la ale rubia elaborada por Carakale, la primera cervecería artesanal de Jordania (21 dinares).

DÍA 2. COMBUSTIBLE FULL

Un popular básico para el desayuno en Oriente Medio es el fuul, un puré de habas sabroso y barato servido rápidamente en Hashem, sobre la céntrica Calle Rey Faisal. Pronto llegarán tazones de fuul y delicioso hummus con aceite de oliva local, junto con pequeñas albóndigas falafel y papas fritas. Antes de irse, mire la foto del rey Abdalá II y su familia comiendo en el lugar. Jabal Luwaibdeh es un vecindario bohemio con cafeterías peculiares, murales y Darat al Funun, un taller y espacio de exhibición para artistas árabes.

El complejo de tres casas que datan de la década de 1920 cubre una ladera y organiza proyecciones de películas entre las ruinas con columnas de una iglesia bizantina del siglo VI. Durante el último medio siglo, la Real Sociedad para la Conservación de la Naturaleza estableció nueve áreas naturales protegidas por toda Jordania: podrá acceder a detalles específicos sobre cada una de ellas durante una visita para almorzar en el Centro Jordania Salvaje.

Esta ex Filadelfia tiene su Calle Arcoíris, una vía de adoquines flanqueada por tiendas locales. Visite la Galería Rihani para codiciar los muebles sirios de nácar; tome una bebida Arnold Palmer (3,25 dinares) en el Turtle Green Tea Bar; pruebe falafel renovado en los puestos de Al Quds (0,75 dinares) y vea la Ciudadela desde la azotea del Cantaloupe Gastro Pub.

DÍA 3. EN CARRETERA

Uno de los mejores sitios del mundo para visitar ruinas romanas es la extendida ciudad de Gerasa, a 50 minutos en auto desde el centro (una van y un chofer se contratan en el centro por US$ 100). Gerasa tuvo su apogeo más o menos en el siglo III, pero algunas partes están sorprendentemente intactas. Se siente la inmensidad al acercarse al Arco de Triunfo de Adriano, y al caminar frente al hipódromo, donde alguna vez compitieron carrozas. Suba los muros del Templo de Zeus para acceder a una vista panorámica hacia capiteles florales sobre altas columnas y ascienda los escalones del Teatro Sur. Ahí, si lo sincroniza bien, podrá apreciar todo el efecto acústico de dos jordanos disfrazados que tocan el tambor y la cornamusa.

 

 

(*) The New York Times / Travel. Publicado por Diario PERFIL

 

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