Lejos del turismo masivo: un crucero por el Nilo rumbo al Antiguo Egipto

A pesar de los atentados terroristas y agitaciones políticas de la última década, Egipto sigue siendo lo que siempre fue para los turistas. El país creó un espacio para viajes más exclusivos, como lo demuestra un crucero por su río más famoso.

Ficha

A pesar de los atentados terroristas y agitaciones políticas de la última década, Egipto sigue siendo lo que siempre fue para los turistas. Un ambiente relajado en alojamientos todo incluido a orillas del mar Rojo. Y allí están también las magníficas e imponentes pirámides. Además, el país creó un espacio para viajes más exclusivos, como lo demuestra un crucero por el Nilo.

En este viaje, solo una vez se nota algo parecido a turismo de masas: en Kom Ombo, a orillas del Nilo, donde durante dos horas ocho barcos se detienen al mismo tiempo delante de los templos. Mientras que el sol del crepúsculo envuelve las antiquísimas construcciones con una cálida luz roja, entre 300 y 400 personas suben por la escalera hacia los monumentos.

Luxor, en el sur de Egipto, es el punto de partida para un crucero por el Nilo hasta Asuán.


Los comerciantes pelean entre sí para atraer a los turistas. La explanada con los templos es lo suficientemente grande para que todos quepan. Y si uno espera un par de minutos, puede sacar fotos desde las mejores perspectivas sin que alguien entre en las imágenes. El sol se pone sobre la otra orilla del Nilo. Todo parece muy cursi, y para muchos visitantes una foto de la puesta del sol es más importante que las ruinas del santuario, de 2.000 años de antigüedad.

En el pasado, los cruceros por el Nilo estaban identificados con el turismo de masas. Sin embargo, el sector está sumido en una crisis en Egipto desde la revolución de 2011. De los 300 barcos que antes de ese año viajaban entre Luxor y Asuán, solo entre 15 y 20 están todavía operativos al comenzar la temporada 2017/18. Y a juzgar por las guías turísticas egipcias, el ambiente actual alrededor de los templos en Luxor y Asuán y las tumbas en Tebas es relajado, a pesar de que un viaje por el Nilo siempre implica una rápida sucesión de varias visitas al día.

 

Día 1. La tumba de Hatshepsut

Cada operador turístico tiene su propio guía a bordo. La mayoría de los pasajeros van en grupos de tres hasta 30 personas al Valle de los Reyes. «Nosotros lo hacemos de otra forma. Vamos primero a los templos de Karnak, donde estaremos totalmente solos«, promete el guía Gamal Elsheij. Efectivamente, solo hay dos minibuses en el aparcamiento junto al complejo de templos con sus salones columnarios llenos de relieves bien conservados y las innumerables esfinges con cabeza de carnero.

La misma situación se da un poco más tarde junto al templo funerario de Hatshepsut, reina del antiguo Egipto. Ahmed, un hombre mayor con una sonrisa maliciosa, lleva a tres turistas en un trencito a la depresión de Deir el Bahari y hacia el templo de piedra caliza de 3.500 años de antigüedad, que se asemeja a un edificio de estilo Bauhaus. Los visitantes tienen que subir a pie por una larga rampa hacia las terrazas. Quien se voltee arriba dando la espalda a las estatuas tiene una vista panorámica del vasto valle del Nilo, de un verde irreal.

Más tarde, el autobús lleva a los turistas de regreso al barco, que ahora se dirige a Edfu. La cubierta está casi vacía. Pasamos junto a palmerales y campos verdes. Por la tarde, el ambiente en la orilla es más animado y más ruidoso por el petardeo de los motores que bombean agua hacia los campos. El viaje a Edfu resultará ser al final el tramo continuo más largo del crucero. El barco está la mayor parte del tiempo atracado en un puerto, junto a otros barcos y de forma paralela a la orilla. Por esto puede ocurrir que hay que pasar por cuatro barcos para llegar a tierra.

 

Día 2. Rumbo al Templo de Horus

Carruajes tirados por caballos se desplazan a toda prisa por la calle. Hay mucho ajetreo. Los conductores solo disponen de alrededor de una hora por la mañana para pescar a los turistas. A todos los llevan al Templo de Horus y después de vuelta al barco. El bazar de souvenires está instalado junto a la salida del templo. Los turistas tienen que pasar junto a los vendedores. «¡Alabastro!», grita Hany Sayed Ahmed. Sin embargo, muchas veces los turistas contestan con una mirada al suelo. El negocio va mal. Ahmed ya ha tenido que combinar varios empleos.

Sin embargo, los operadores turísticos internacionales son optimistas en lo que a Egipto se refiere y prevén que el turismo en el país norteafricano vuelva a pisar fuerte en el invierno 2017/18 y también el próximo verano, gracias sobre todo al bajo nivel de los precios. «No quiero que todos los turistas vuelvan«, dice en cambio el guía Gamas Elsheij. «Había demasiados. Ya no podíamos atenderlos bien. El mantenimiento de los barcos y los hoteles era malo y nosotros servíamos comida de mala calidad porque eran demasiados«. Ahora es diferente. Es necesario pelear por cada turista. Gamal desea que solo vuelva un 40 o 50 por ciento.

 

Día 3. La presa de Asuán

Para algunos viajeros, aquí termina el crucero, mientras que otros regresan en barco a Luxor. Además de los clásicos en el programa de Asuán -la presa y la isla de Philae con su templo-, merece la pena hacer una excursión hacia un pueblo nubio en una pequeña barcaza o en uno de los veleros que se pueden alquilar por pocas libras egipcias.

El viaje pasa junto a la isla Elefantina y a un sinnúmero de postes de electricidad triangulares de la central hidroeléctrica situada junto a la presa de Asuán, las pirámides modernas de Egipto. En las casas del pueblo, pintadas de blanco brillante o azul cielo, los turistas pueden disfrutar de té, pan con queso salado y shisha, conversar con los habitantes y admirar el cocodrilo que cada familia tiene en cautiverio en la vivienda como espíritu protector.

 

Día 4. Visitando a Ramsés II

A la madrugada, una columna de autobuses sale en medio de la oscuridad hacia el desierto. En algún momento, el sol alumbra la nada a lo largo de una autopista que va a Sudán. A lo largo y a lo ancho no hay más que arena. De vez en cuando viene de frente un camión. Después de un viaje de cuatro horas, los autobuses se vuelven a encontrar junto a los templos de Abu Simbel. Sin embargo, pocos minutos más tarde la multitud de turistas ya se ha dispersado. Si uno camina junto al lago dando la vuelta al cerro, puede disfrutar de una imponente vista del enorme Templo de Ramsés II, en cuya fachada están esculpidas cuatro estatuas colosales del gran faraón.

 

Lo que hay que saber

Cómo llegar: en avión a El Cairo y desde allí en tren o autobús a Luxor o Asuán, donde comienzan los cruceros de cuatro o siete días. Muchos turistas visitan previamente la capital egipcia o reservan para después habitaciones en balnearios situados a orillas del mar Rojo. Desde el balneario de Hurghada salen también autobuses a Luxor y Asuán.

 

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