PARTE 2

Mil y una curiosidades sobre las maravillas naturales de nuestro país

Curiosidades para descubrir, votar y, tal vez, programar un viaje a los sitios candidatos a las 7 Maravillas argentinas.

Nota publicada el 24/10/2018


Los paisajes más increíbles de la geografía argentina ya están en carrera por el reconocimiento como las 7 Maravillas Argentinas. Para conocerlas mejor, votar por tus favoritas y, tal vez, inspirar un viaje, te proponemos descubrir estos destinos a través de pequeñas pequeñas curiosidades que vamos a ir ofreciéndote semana a semana.

¿Sabías que en Talampaya, además de sus formaciones rocosas excéntricas y coloridas, viven también animales muy particulares?

Claro, uno es el pichiciego menor o pichiciego pampeano, el armadillo de menor tamaño existente (7-11 centímetros). Parece un peluche con armadura debido a las placas duras sobre su espalda y cabeza y grandes mechones de pelo blanco que explotan y sobresalen desde su panza. Come hormigas y se entierra a toda velocidad cuando se siente amenazado. Está en peligro de desparecer. Tenemos que protegerlo.

Pero no es el único ser vivo singular de Talampaya. Ahí vive el chinchillón, pariente de la chinchilla o vizcacha montanera. Pero la verdad es que más pariente de las primeras aunque se la encuentre parecida a las segundas. Tanto o más llamativos son los guanacos del lugar, los que -al decir de los lugareños- tienen el cuello un poco más largo de lo normal.

Mil y una curiosidades sobre las maravillas naturales de nuestro país

¿Sabías que el inmenso Campo de Piedra Pómez de 750 kilómetros cuadrados, visto al pasar, da la impresión de un océano petrificado?

Ello se debe a que, debido a la erosión del viento sobre la más frágil piedra pómez, esta ha ido siendo “esculpida”, lo cual le da la apariencia de “un mar de roca blanca con crestas rosadas”, como han señalado algunos de sus visitantes.

¿Sabías que en la selva misionera pueden encontrarse plantas de yerba mate prácticamente del tamaño de un árbol?

Es así porque el mate es originario de ese lugar y, alguna vez, hubo forestas salvajes con miles de ejemplares. También hay que decir que no es una selva “plana”, en algunos de sus puntos surgen sierras que pueden llevar has a los 850 metros de altura.

Tras las 7 Maravillas del mundo, buscan a las 7 Maravillas argentinas

¿Sabías qué el nombre de bautizo de esta reserva natural, que ahora protege a la fauna, homenajeaba al santo patrono de los cazadores europeos?

En 1909, Pedro Olegario Luro Pradère importó ciervos comunes, jabalíes y faisanes para dar vida al primer coto de caza de Argentina. Lo denominó «Establecimiento San Huberto», porque San Huberto es el protector de los cazadores: pero, claro, eso era cuando los hombres tenían que cuidarse de los animales y no al revés, como hoy en día.

El asunto es que el coto pasó de moda antes de cumplir una década y Luro se fue a vivir a Mar del Plata. A su muerte la estancia estaba endeudada. Una década después se remató y la compró, nada menos que, el segundo marido de la viuda de Jorge Newbery, quien lo convirtió en un criadero de caballos de polo. Recién en 1971, una parte del antiguo establecimiento empezó a ser Parque Luro.

¿Sabías que los meteoritos del Campo del Cielo sirvieron para hacer armas de parte de los independentistas?

Durante las guerras de la Independencia si algo escaseaba, aparte de plata y oro para financiarlas, era hierro. Hacía mucho que se sabía de la existencia de este metal en Chaco, por eso, en 1811, el gobierno patriota despachó una unidad militar con la misión de encontrar el mítico “Mesón de Fierro” y traerlo a Buenos Aires.

El “mesón” había sido descubierto unos treinta años antes, en 1779, por Francisco de Ibarra, enviado por el Virrey Pedro de Cevallos en busca también de hierro. Ibarra lo denominó “planchón o mesón de fierro”. Medía 3,89 mts de longitud, 1,85 mts de ancho y tenía una altura máxima de 1,36 mts.

El “mesón” en realidad era un meteorito ubicado en un “cráter de rebote”, que son los que se forman cuando el objeto espacial entra en la atmósfera casi tangencialmente al planeta, y “hace patitos”, o sea, rebota y queda visible. No se sabe si los patriotas lo encontraron (una expedición española previa, al intentar partirlo con pólvora, no había hecho más que enterrarlo), pero lo cierto es que Ibarra regresó con hierro que se usó para hacer fusiles y otros implementos bélicos patrios.

 


Vos podés votar en www.7mar.com.ar tus siete lugares favoritos para ser declarados Maravillas Naturales Argentinas.

 

D.S.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

4 × 1 =