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Georgia, la tierra del «pan de mamá» y la veneración a Stalin

Georgia tiene el tamaño de Suiza y unos 3,7 millones de habitantes, y allí conviven tradiciones como hacer pan casero descuartizar las redes delante de la casa. Veneración por el líder comunista.

La catedral de Svetitsjoveli fue construida en el siglo XI. Se encuentra en medio de la ciudad de Miskheta. Foto: Annette Meinke-Carstanjen/dpa [ Ver fotogalería ]

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Por Annette Meinke-Carstanjen

Georgia es un país en el que conviven tradiciones como hacer pan casero y llamarlo «de mamá» o descuartizar las reses delante de casa, pasando por una indeseada veneración por Stalin o mantener una actividad vinícola de 8.000 años de historia.

«Esto es tradición. El shashlik de esta carne es lo mejor que se puede conseguir», explica riéndose un georgiano, mientras el turista fotógrafo ya va camino del viñedo Chateau Mukhrani. Georgia tiene el tamaño de Suiza y unos 3,7 millones de habitantes. Es cristiana desde hace 1.800 años y la Iglesia Ortodoxa Georgiana es la religión predominante. Geográficamente pertenece al Cercano Oriente.

Rusia, la potencia regional

Por Georgia pasaba la antigua Ruta de la Seda, y sus vecinos no cesaban de atacarla. A finales del siglo XVIII, Georgia pidió ayuda a Rusia frente a los persas. «Nos unimos a los rusos. Sino hoy seríamos musulmanes», dice un vecino. «Pero ahora no podemos deshacernos de ellos», se lamenta. Iosif Dzughashvili, más conocido como Stalin, nació en Gori, a unos 80 kilómetros de Tbilisi. El «Vozhd» sigue siendo venerado, para disgusto de muchos georgianos. En 1957, cuatro años después de su muerte, abrió sus puertas el Museo Stalin.

Desde Uplistsikhe la vista nos lleva hasta las colinas de Gori. 


Ciudades históricas escavadas en la roca

La ciudad rupestre de Uplistzikhe está en Shida-Kartli, cerca de Gori. Vardzia en la región Samtsje-Yavajeti, en el sur. El rey Giorgi III la mandó a construir en el siglo XII para protegerse de turcos y persas. Su hija, la reina Tamar, fundó allí un monasterio. La ciudad rupestre de Vardzia albergó a 50.000 personas. Un terremoto en el siglo XIII destruyó gran parte de la ciudad. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993.

La vida sencilla en el Pequeño Cáucaso

Saliendo de Vardzia hacia el altiplano del Pequeño Cáucaso se ven picos nevados, incluso en verano. Las carreteras están en muy mal estado, y junto a ellas las ancianas venden verduras de todo tipo.

Desde Uplistsikhe la vista nos lleva hasta las colinas de Gori. 


Ciudad histórica en antiguas rutas comerciales

En Mtsjeta, a unos 30 kilómetros al norte de Tbilisi, está la iglesia de Jvari, del siglo VI. El domingo vienen monjes, familias a bendecir a sus hijos y turistas que entran y salen sin parar. Mtsjeta, una ciudad de unos 3.000 años de antigüedad, es la antigua capital del país. Está en el valle por el que fluyen juntos los ríos más importantes del este de Georgia, Aragvi y Kurá.

Camino de Sighnaghi está Verona, en las montañas de Gombori. «La nuestra fue antes que la italiana», bromea el conductor. Diez casas, alguna huerta, ganado, perros y una camioneta soviética. Hay que detenerse a comprar pan recién hecho. Según la tradición, la masa se pega al interior del horno y se saca con un palo cuando el pan se ve tostado. Es el dedas puri, el «pan de mamá».

Desde Uplistsikhe la vista nos lleva hasta las colinas de Gori. 


Restos culturales de la época persa

En la ciudad medieval de Sighnaghi hay casas cuyos balcones de madera muestran la influencia persa. La fortaleza de Batonis Tsikhe, dentro de las murallas, fue residencia de príncipes. Ahora hay un mercado, donde se venden fruta, vino casero y aguardiente. En el convento de Bodbe se debe visitar la tumba de Santa Ninó, introductora del cristianismo en el siglo IV.

Con buen tiempo, la vista desde el jardín del monasterio alcanza hasta el Gran Cáucaso. Los georgianos son hospitalarios. Enseguida te invitan a sus casas a tomar café. Te saludan con un abrazo y besos en las mejillas. «Normalmente nos gusta cocinar comida italiana. Pero hoy comemos georgiano», dice la anfitriona. En el menú, de cuatro platos, destaca la carne picante en salsa de nueces.

(*) Publicado el 1 de agosto de 2019

 

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