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Los cruceros podrían ser el próximo objetivo de la batalla climática

Por Adam Minter Son un gran negocio para las ciudades portuarias, pero desde 2020 Cannes será el primer puerto que no los recibirá a menos que cumplan con controles de contaminación muy estrictos.

CRUCEROS. El negocio ocupa un pequeño nicho en la industria de los viajes –aproximadamente 2% del mercado global–, pero su popularidad subió en esta década. Los pasajeros aumentaron de 17,8 millones en 2009 a 28,5 millones el año pasado. FOTO: BLOOMBERG [ Ver fotogalería ]

Ficha

Publicado el 1 de octubre de 2019

Los cruceros son un gran negocio para las ciudades portuarias de todo el planeta. Sin embargo, a partir del próximo año, Cannes, uno de los puertos más famosos del mundo, ya no los recibirá a menos que cumplan con controles de contaminación muy estrictos. Los pasajeros que decidan navegar en embarcaciones contaminantes tendrán que desembarcar en otra parte.

Por el momento, la industria no parece preocupada. Pero debería. Los consumidores cada vez están expresando más sus preocupaciones por los efectos ambientales de sus viajes y están presionando a las compañías que no cumplen estándares elevados. En Europa, el movimiento de «avergonzar a los vuelos» perjudicó las ganancias de las aerolíneas, a medida que los viajeros buscan alternativas bajas en carbono. La industria de los cruceros, mucho menos necesaria para la economía global que los viajes en avión, es vulnerable a una opinión similar de los consumidores, y puede no estar preparada para eso.

Por ahora, el negocio de los cruceros tiene razones para sentirse confiado. Ocupa un pequeño nicho en la industria de los viajes –aproximadamente 2% del mercado global–, pero su popularidad subió en esta década. Los pasajeros aumentaron de 17,8 millones en 2009 a 28,5 millones el año pasado, con US$45.000 millones de ingresos. En China, el crecimiento de los pasajeros excedió 40% anualmente desde 2006.

Resulta interesante que todo ese crecimiento haya ocurrido a pesar de décadas de mala publicidad sobre el impacto ambiental de la industria. Apenas a finales de la década de 1990, circulaban historias sobre los deshechos ilegales arrojados desde los cruceros, incluidos aproximadamente 100 «casos de descargas ilegales de petróleo, basura y otras sustancias perjudiciales en las aguas costeras de EE.UU.». En 2016, Princess Cruise Lines se declaró culpable de 7 cargos y acordó pagar una multa de US$40 millones por arrojar desperdicios de manera ilegal. Este año, se impuso otra multa de US$20 millones a su casa matriz por arrojar plástico, falsificar registros y otras violaciones a los términos de la condena de 2016.

Mientras tanto, la lista de los problemas ambientales asociados con los cruceros se expandió. Uno de los problemas es que, hasta hace muy poco, la mayoría de estos barcos se construía para funcionar con un producto secundario del proceso de refinamiento del combustible espeso y rico en azufre. De acuerdo con un análisis, los barcos que atracan en Barcelona emiten cinco veces más óxido de azufre que los 560.000 automóviles de la ciudad. Eso debería empezar a mejorar pronto, gracias a un acuerdo global que limita las emisiones de azufre. Pero incluso las buenas noticias para la industria de los cruceros llegan con salvedades. Uno de los métodos más populares y baratos para reducir las emisiones de azufre –la llamada tecnología de depuración– está prohibida en cada vez más puertos ya que implica una descarga de deshechos de agua significativa.

Aunque no existen muchos datos fuertes sobre la huella de carbono de la industria, los consumidores preocupados por el clima sin duda notaron que los barcos más nuevos parecen ciudades flotantes gigantescas. El Famoso Symphony of the Seas de Royal Caribbean tiene espacio para casi 7.000 pasajeros. Según un cálculo, cada uno de esos pasajeros tendrá una huella de carbono tres veces mayor en el mar de lo que sería en tierra. Carnival Corp, la compañía de cruceros más grande del mundo, informó que sus emisiones de gases de efecto invernadero subieron más de 3% entre 2015 y 2018, a 10,6 millones de toneladas métricas.

Pocas industrias podrían esperar prosperar con riesgos para la reputación como estos. Y la industria de los cruceros no debería esperar poder seguir pasando desapercibida. Aunque hace apenas cinco años la industria de los cruceros podría considerarse un asunto menor, hoy en día podría enfrentarse a la ira con la que tuvieron que lidiar los fabricantes de pajillas de plástico. El cambio climático también es un asunto tan común que –gracias en parte a la técnica de «avergonzar a los vuelos»– los consumidores ahora se sienten empoderados para confrontara la industria. Además, los viajeros de todo el mundo cada vez están más dispuestos a pagar por la sostenibilidad; en China, por ejemplo, 78% de los consumidores dicen que están dispuestos a pagar más a las compañías ambientalmente sostenibles.

Para los gobiernos, nada de esto pasa desapercibido. Como en Cannes, cada vez muestran una mayor voluntad para hacer cumplir lo que se está convirtiendo en una demanda del público. Para la industria de los cruceros, eso debería ser una advertencia. Puede que los viajeros globales todavía no estén listos para «avergonzar a los cruceros», pero están cerca.-

 

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