TESORO RUSO EN PELIGRO

Los turistas y la basura amenazan el paraíso natural del lago Baikal

Innumerables autobuses turísticos llegan hasta las pequeñas playas de una de las mayores maravillas naturales de Rusia, la reserva de agua dulce más profunda y antigua de la tierra.

La basura se acumula junto al lago Baikal. Ambientalistas ven la naturaleza alrededor del área protegida en el lago Baikal amenazada por los turistas y la basura. Foto: Claudia Thaler/dpa [ Ver fotogalería ]

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Publicado el 9 de octubre de 2019

Puestos de venta de pinchos de carne y de artesanías coloridas se alinean a orillas del lago. Innumerables autobuses turísticos llegan hasta las pequeñas playas de una de las mayores maravillas naturales de Rusia, el místico lago Baikal, la reserva de agua dulce más profunda y antigua de la tierra. La antigua historia de la pequeña Listvianka como aldea de pesca en la orilla occidental del lago apenas se puede atisbar hoy. Cientos de miles de visitantes llegan aquí cada año.

El lago Baikal, declarado en 1996 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue visitado este año por un récord de turistas, alertan los ambientalistas. Y nunca antes se acumularon tantos residuos. El lago de Siberia, con una profundidad de más de 1.600 metros, vuelve una y otra vez a las primeras planas de los medios.

Antes, porque los ambientalistas luchaban contra una fábrica de celulosa que arrojaba sus desagües directamente al lago Baikal. La fábrica, considerada la «vergüenza de Rusia», fue cerrada en 2013. Hoy, el lago de 640 kilómetros de largo se ve particularmente afectado por el crecimiento del turismo, reconoció el encargado de medio ambiente del Kremlin, Serguei Ivanov. «El Baikal nos genera gran preocupación», subrayó el funcionario durante una conferencia sobre medio ambiente.

Los turistas toman sol en el lago Baikal. El lago de Siberia, de más de 1.600 metros de profundidad, es noticia en todo el mundo. En el pasado, los ambientalistas lucharon contra una fábrica de celulosa cuyas aguas residuales se vertían directamente al lago Baikal. (Foto: Claudia Thaler/dpa)


Según advirtió el funcionario, muchos turistas acampan sin permiso y los hoteles no cuentan con plantas de procesamiento de desagües. Además, muchas personas prenden ilegalmente fuego en los bosques para asar y causan severos incendios forestales. Alertó asimismo que toneladas de residuos yacen en las orillas y ponen en riesgo al lago, que mide alrededor de 80 kilómetros en su sector más ancho. Por ello, el encargado de medio ambiente propone imponer una cuota anual de turistas en la región.

Los habitantes de Listvianka lidian año a año con las masas de turistas. «Es un verdadero asedio», dice Roman, un guía turístico que lleva a los huéspedes desde la ciudad de Irkutsk, a unos 70 kilómetros de distancia, hasta el lago. Al mismo tiempo, esta región de escaso desarrollo económico se beneficia enormemente de la llegada de visitantes. En un viaje a través de Rusia en el tren Transiberiano -popular entre los turistas europeos y chinos- es fácil hacer una parada en esta localidad de 2.000 almas.

El año pasado arribaron más de 1,6 millones de turistas al lago Baikal, según datos oficiales, para recorrer la zona, realizar excursiones en barco o simplemente descansar a orillas de sus aguas extremadamente frías.

El problema de los residuos en Rusia se convirtió en los últimos años en un gran tema de conflicto. Moscú, por ejemplo, quiere trasladar parte de sus residuos a Arcange, en el norte. Pero los residentes locales han estado protestando durante meses. En realidad, está prevista una reforma de los residuos a escala nacional. Las autoridades deben ahora controlar ahora mejor su aplicación, según instruyó el presidente Vladimir Putin.

En Listvianka, los hoteles, restaurantes y balnearios se multiplican como hongos. A pocos metros de la orilla hay innumerables sitios en construcción, mercados y zoológicos donde las focas son entrenadas para espectáculos en el agua. «Listvianka se ahoga en el turismo«, dice Galina Sibiriakova, una ecologista que nació en la pequeña aldea. Hoy vive junto a su familia en la arcaica isla chamánica de Oljón, en la costa oeste del lago. En su lugar natal cada vez se construyen más lugares para aparcar autobuses de turismo y se amplían las calles en espacios que son ganados mediante la tala de los bosques. «Duele ver todo esto. Y este proceso se observa también en otros lugares», señala Sibiriakova.

En la isla de Orjón, que desde hace poco tiempo cuenta con su primera carretera rural, pronto podría pasar lo mismo. Cada año llegan a la isla unos 50.000 turistas. Hay más de 30 hoteles y centros de bienestar en Oljón y la tendencia va en aumento. «Estos hermosos lugares se están convirtiendo en vertederos de basura», dice Sibiriakova. Es por eso que ella ha estado documentando durante varios años los desastres que se realizan con los residuos en un blog. De esta manera, quiere que los hoteles cumplan al menos con los requisitos de conservación de la naturaleza.

«La violación de la ley de conservación de la naturaleza sigue siendo económicamente viable. Las sanciones son simplemente demasiado bajas», señala la ecologista Galina Sibiriakova.

Hay problemas similares al otro lado del lago en la República de Buriatia. «Es un círculo vicioso», afirmó Ivan Loginov, de la organización «Nueva Energía», a medios locales. Agregó que la población local se benefició de los turistas, pero al final carecía tanto de medios como de voluntad para actuar contra la basura que dejaban atrás, y aseguró que los residuos sólo son enterrados y aún no se recicla. «El encargado de medio ambiente viene, hay multas, pero la basura sigue allí».

La basura yace en un bosque a orillas del lago Baikal. El lago de Siberia, de más de 1.600 metros de profundidad, es noticia en todo el mundo. En el pasado, los ambientalistas lucharon contra una fábrica de celulosa cuyas aguas residuales se vertían directamente al lago Baikal. (Foto: Ulf Mauder/dpa)


Tanto los habitantes como los chamanes del lago Baikal están disconformes con la situación y esperan ayuda de Moscú. «Putin debería ver personalmente la situación en el lago», sostiene una vendedora en un puesto de pinchos de carne en Listvianka. «Y él debe ver cómo la perla de Rusia se está hundiendo. Esto no puede quedar así», reclama. Todos piden a gritos la prometida reforma del tratamiento de residuos. (DS/DPA)

 

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