ENTREVISTA

José Koechlin, pionero del turismo sustentable: «La lógica de la ganancia conduce a la depredación de la biodiversidad»

Por Flavia Tomaello | Sus reflexiones orientan sobre la proyección de la industria de viajes y cómo la sustentablidad y el respeto por el entorno atraviesa las nuevas experiencias de turismo.

"Debe empezarse a calcular el valor económico de la biodiversidad perdida, y los daños que ello conlleva: pérdida de ecosistemas, menor secuestro de carbono, desaparición de flora y fauna nativa, contaminación de recursos hídricos o migración de culturas". [ Ver fotogalería ]

Ficha

Por Flavia Tomaello

Pionero en crear proyectos sustentables en reservas del Perú, José Koechlin ha creado el concepto de turismo ecológico ambiental hace más de 30 años. Sus reflexiones orientan sobre la proyección de la industria de viajes y cómo la sustentablidad y el respeto por el entorno atraviesa las nuevas experiencias de turismo.

En 1975, Koechlin fundó Inkaterra, una empresa pionera del ecoturismo y desarrollo sostenible como base económica para la conservación de la biodiversidad. Con el objetivo de difundir los valores culturales y naturales del Perú, Inkaterra trabaja bajo un enfoque sostenible que genera valor agregado en áreas rurales: promueve investigación científica para la conservación rentable, la educación y el crecimiento económico de las comunidades locales.

Bajo esa idea nació el hotel Inkaterra Machu Picchu Pueblo hotel, un íntimo espacio de lujo de 85 cabañas de uno o dos pisos estilo, dentro de sus hectáreas privadas de exquisita belleza, donde los huéspedes siguen caminos de piedra hacia sus habitaciones, disfrutan de comida tradicional y de spa bajo la propia herencia de la cultura Inca.

Inkaterra produce investigación científica desde 1978, definiendo áreas naturales donde se encuentran sus hoteles: el bosque amazónico de Madre de Dios (Inkaterra Reserva Amazónica, Inkaterra Hacienda Concepción, e Inkaterra Guides Field Station), el bosque de nubes de Machu Picchu (Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel y El MaPi byInkaterra), el Valle Sagrado de los Incas (Inkaterra Hacienda Urubamba), la ciudad de Cusco (Inkaterra La Casona) y el área marino-costera de Cabo Blanco (en desarrollo).

Los estudios de flora y fauna determinan la línea de base, un punto de referencia para comparar el impacto a largo plazo de Inkaterra. Un total de 814 especies de aves, 365 de hormigas, 313 de mariposas, y sobre 100 de mamíferos se han registrado dentro de los hoteles y sus áreas de influencia. 28 especies nuevas para la ciencia han sido descritas: 19 orquídeas, 5 anfibios, 1 mariposa, 2 bromelias y 1 liana tropical.

P: El concepto de los proyectos sustentables y de desarrollo sostenible son hoy una realidad tangible, sin embargo esto no era así en los comienzos de Inkaterra. ¿Cómo fue ese inicio en un mercado no habituado a entender sus parámetros?

R: Desde nuestra fundación en 1975, la evolución de Inkaterra ha sido siempre empírica: frecuentemente nos hemos adelantado a los conceptos teóricos. Sin duda, en este tiempo ha existido un cambio de paradigma. La lógica de ganancia a corto plazo conduce a la depredación de la biodiversidad y la pérdida de culturas locales. Puede verse en la Amazonía, donde la tala, la ganadería y la minería ilegal son los principales agentes de deforestación. Debe empezarse a calcular el valor económico de la biodiversidad perdida, y los daños que ello conlleva: pérdida de ecosistemas, menor secuestro de carbono, desaparición de flora y fauna nativa, contaminación de recursos hídricos o migración de culturas.
Antes, la manera de enfrentar esta problemática era considerar a la naturaleza como un bien intocable. Hoy, los recursos naturales son bienes de capital. El reto es comprender que la conservación de la naturaleza no es un gasto, sino una inversión a futuro. La conservación de la biodiversidad puede ser una actividad rentable, con tanto o mayor ganancia que las industrias extractivas, siendo el ecoturismo una de las maneras más efectivas de lograrlo.

– ¿Cómo han cambiado los conceptos de sostenibilidad desde aquellos tiempos a hoy?

– Existe hoy una mayor aceptación de que el medioambiente cumple una función social. En tal sentido, el Perú ha sido bendecido como uno de los países de mayor diversidad cultural y como uno de los 17 países mega-diversos del planeta: 84 de las 104 zonas de vida en el Sistema de Holdridge se encuentran aquí. Tenemos 2,200 kilómetros de litoral frente al Pacífico, gran parte de la cordillera de los Andes y 62% de nuestro territorio es bosque amazónico. Somos el tercer país con la mayor diversidad de aves, con 120 especies endémicas. Es decir, un birdwatcher tiene que viajar hasta aquí para poder verlas. El ecoturismo y el desarrollo sostenible permite servirnos de este patrimonio si lo cuidamos, creando experiencias de viaje que atraigan distintos segmentos del mercado: gastronomía,  viajes familiares, turismo académico, observación de aves, entre otros. Asimismo, existe un enorme reto para proteger nuestro patrimonio frente a lo que podemos denominar «problemas de éxito». Pensemos en el caso de Machu Picchu, cuyo acceso es muy difícil: se ingresa por tren o a pie. Debido a la creciente demanda turística, el manejo de desechos se convirtió en un problema crítico, tanto así que la UNESCO advirtió en el 2016 que, si no se resolvía, la ciudadela inca ingresaría a su lista de Patrimonios en Riesgo.
Fue así como Inkaterra, en alianza con AJE Group y la Municipalidad de Machu Picchu, diseñó la iniciativa Machu Picchu Sostenible para el manejo responsable de residuos sólidos. Donamos una máquina compactadora para procesar 7 toneladas diarias de residuos plásticos, que son transportados por tren a plantas de reciclaje en Cusco, lo cual fue crucial para la crisis del manejo de residuos.

Y este año entregamos al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) una planta para la limpieza y el reciclaje en el Camino Inca. El año pasado inauguramos dentro de Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel la Planta de Transformación de Aceite en Biodiesel y Glicerina. Con aceite vegetal usado en la zona, se producen 20 galones diarios de combustible biodiesel. Cada mes tratamos seis mil litros de aceite usado, evitando que sean derramados en el río Vilcanota. Se sabe que un litro de aceite quemado contamina mil litros de agua. La producción de biodiesel reduce el uso de combustibles fósiles, mientras que la glicerina orgánica obtenida en este proceso de fabricación se destina a la limpieza de las aceras y pisos de piedra en el pueblo.

Recientemente inauguramos una planta pirolizadora para procesar desechos orgánicos. Se trata de una tecnología innovadora con la capacidad de procesar ocho toneladas diarias de basura orgánica a través de pirolisis (descomposición química a altas temperaturas en ausencia de oxígeno). Ello genera biocarbón, fertilizante natural que ayudará a la reforestación de la zona y la productividad agrícola. Así, Machu Picchu se percibe como un destino sostenible y un ejemplo de gestión para el ecoturismo a nivel mundial. Hemos logrado despertar la conciencia ecológica de la comunidad, que hoy segrega la mayoría de sus residuos desde hogares y establecimientos, su punto de origen.

– Su vínculo con la naturaleza proviene de su niñez. ¿Cuándo y cómo se produce el salto del sujeto afín a la ecología y el medio ambiente y el empresario activo en esos segmentos?

– He crecido en el campo. De niño he vivido en una fábrica pesquera en Naplo, al sur de Lima; luego en una hacienda con mi familia. Mi acercamiento al campo ha sido natural. A inicios de 1956, yo tendría unos diez años, salimos con los jesuitas de mi escuela a realizar misiones en la zona norte del país hasta la selva. Recuerdo que nos fuimos por carretera de Lima a la selva, cuando recién se estaba construyendo la carretera a Santa María de Nieva. En esa época no había nada en esa zona:  no había electricidad, no había huellas del mundo occidental.

Nuestras misiones consistían, sobre todo, en acercarnos a la gente de los pueblos. Viajábamos en dos camionetas y una tenía parlantes en la parte de arriba, como de los vendedores ambulantes. Cuando llegábamos a un pueblo hacíamos un poquito de propaganda de lo que íbamos a hacer. Los curas jesuitas oficiaban la liturgia, vendíamos algunas cositas religiosas y, por las noches, armábamos un proyector de cine ambulante para proyectar al aire libre, sobre cualquier pared, películas de Chaplin o el Gordo y el Flaco.

En julio de ese año, fuimos por primera vez a Cusco y a Machu Picchu. El viaje también fue por tierra, fuimos por Palpa hasta Juliaca y Puno; luego, retornamos por Arequipa y regresamos por la costa. Fueron unos viajes largos con los jesuitas, viajes de descubrimiento y de sorpresa. Creo que de ahí me viene el entendimiento de la magnificencia del Perú, de su vastedad, de la diversidad de escenarios y culturas. Desde entonces he procurado viajar dentro del Perú lo más que he podido. He buscado transmitir a través de Inkaterra esa fascinación que sentí en mi infancia.

– ¿Puede indicarme 5 experiencias que usted crea que cambian la forma de viajar de quienes los visitan a partir de vivir la experiencia Inkaterra?

– Nuestros hoteles están ubicados en el corazón de la Amazonía peruana, otro en el bosque de nubes de Machu Picchu, otro en una plazoleta escondida del Cusco, y uno entre las montañas del Valle Sagrado de los Incas. Muy pronto estaremos en el desierto marino-costero de Cabo Blanco, al norte del Perú. Las propiedades de Inkaterra se caracterizan por transmitir un lujo simple y auténtico. El viajero emprende un peregrinaje para llegar a nuestros destinos, donde hallará paz y comodidad en medio de naturaleza exuberante. Hemos construido nuestros hoteles con materiales nativos y con diseños eco-amigables, inspirados en la arquitectura tradicional y en armonía con el entorno.

Desde 1978 producimos inventarios de flora y fauna para a futuro medir nuestro impacto en áreas naturales. 903 especies de aves han sido registradas en nuestras propiedades, cifra equivalente a la diversidad total de aves en Costa Rica. Mientras que 372 especies de orquídeas nativas se hallan en los jardines de Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel: la colección más grande del mundo en su hábitat, de acuerdo al American Orchid Society. 29 especies nuevas para la ciencia han sido descritas por nuestra ONG Inkaterra Asociación.

Recientemente hemos inaugurado el primer laboratorio de análisis de ADN en la Cuenca Amazónica, dentro de nuestro tercer albergue en el bosque amazónico de Madre de Dios: Inkaterra Guides Field Station. Con ello es posible realizar los estudios in situ, desde la colecta de muestras hasta la secuenciación de ADN, lo cual facilita los costos y la logística. Proyectos como este permiten que el viajero forme parte, de manera activa, de iniciativas de conservación de entornos naturales.

El énfasis que le otorgamos a la investigación científica nos permite determinar nuestras iniciativas de conservación, materia prima para las experiencias de viaje que diseñamos en nuestras áreas de influencia.
Entre las experiencias destacan el Inkaterra Canopy Walkway, un sistema de puentes colgantes a 30 metros sobre el suelo, el cual ofrece una vista privilegiada de la vida silvestre que habita el dosel del bosque. Nuestro Centro de Conservación del Oso Andino, iniciativa en alianza con el Smithsonian Institution, se esfuerza por salvar a la única especie de oso nativa de Sudamérica. Mientras que el World Birding Rally es una competencia internacional única por su modalidad non-stop, que confirma al Perú como uno de los principales destinos en el mundo para la observación de aves. Buscamos despertar el espíritu de aventura y la conciencia ecológica de nuestros viajeros. Hemos logrado que nos visiten más de 220,000 viajeros al año y formar parte de alianzas como Virtuoso, Relais & Châteaux y National Geographic Unique Lodges of the World

– Usted aseguró que sus proyectos conllevan un concepto holístico. ¿Podría contarnos qué significa?

– En 1973, poco después de producir Aguirre, la ira de Dios, nos aventuramos a perseguir un sueño: compartir con el mundo, a través del ecoturismo, la diversidad natural y las culturas milenarias del Perú. Para conseguirlo, concebimos una visión holística que lograría el desarrollo sostenible en nuestros destinos. Producimos investigación científica, punto de partida para tener información factual, sustento de la conservación de la biodiversidad, la educación al viajero y el bienestar de las comunidades locales. Un modelo replicado con gran éxito en cada uno de nuestros destinos, donde el turismo se ha convertido en un medio para el cuidado del medioambiente y en una fuente de empleo que preserva las culturas nativas en su lugar de origen.

– ¿Hacia qué tipo de turismo vamos?

Los viajeros estamos buscando cada vez más experiencias auténticas y oportunidades de aprendizaje. Somos más conscientes del impacto del turismo sobre las comunidades y la biodiversidad, y hay un compromiso para su conservación a través de las prácticas sostenibles. La eliminación del uso de plásticos en la industria turística es una realidad cada vez más tangible.

– ¿Qué clase de viajeros seremos en dos décadas?

– Hay una tendencia hacia intereses muy particulares, expresados en los nichos de mercados: desde el turismo gastronómico hasta la observación de aves, por citar dos ejemplos. Por ello, nuestro reto como miembros de la industria de viajes es crear experiencias, crear relatos que ofrezcan información fehaciente. Por ello en Inkaterra es crucial la investigación científica y nuestras iniciativas de conservación, pues nutren las experiencias de viaje en nuestros destinos.

– ¿Podría citarme tres actividades inspiradoras ajenas a Inkaterra, que veas como interesantes en otros lugares del mundo?

Es ejemplar cómo el gobierno chileno hace un tiempo anunció la creación de la reserva marina Nazca-Desventuradas, más grande de América. Un área que por poco alcanza el tamaño de Italia. Así se protege de la pesca y otras actividades extractivas una diversidad marina endémica. Una medida como ésta todavía no se pone en práctica en el Perú debido a la presión de las compañías petroleras, si bien nuestro país se encuentra entre los países signatarios de las Metas de Aichi, una de las cuales lo compromete a proteger el 10% de su mar antes del 2020.

Es laudatorio cómo México, a través de la CONABIO, viene desarrollando iniciativas de ciencia ciudadana que han adaptado plataformas de observación/identificación como aVerAves (eBird), Naturalista MX (iNaturalist) y Enciclovida, una enciclopedia digital de la biodiversidad en México. Ello ha permitido contar con una red de casi 40 mil participantes, que han aportado con casi un millón de observaciones y el registro de unas 25 mil especies.

En Argentina es fundamental la creación de Parques Nacionales como Iguazú o Los Glaciares. Son alrededor de quince millones de hectáreas que se benefician del ecoturismo, atrayendo a un promedio de 4 millones de turistas. Una actividad que contribuye al cuidado de la diversidad biológica mientras alimenta la economía nacional.

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