Los franceses desembarcaron en Martinica en 1635 y empezaron a hacer de las suyas. Cambiaron el nombre indígena de Madinina por el actual, indudablemente más sonoro, y llevaron a la isla a cientos de esclavos procedentes de África. Su capital, Fort-de-France es más que bonita, su catedral y su biblioteca son buena muestra de ello. Foto: Condé Nast Traveler