El interior del Belvedere decepciona bastante a los visitantes que esperan ver un palacio. Sólo se pueden ver decoradas la capilla, el hall de entrada y el Salón de Mármol. El resto de las estancias, faltas de decoración, muestran colecciones de pintura de la Galería Austríaca, desde la Edad Media hasta nuestros días, como si se tratara solamente de un museo.

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