Además del símbolo por excelencia de Roma, el Coliseo es el mejor testigo del antiguo esplendor del Imperio romano. Inaugurado en el año 75 por Vespasiano y «operativo» hasta el año 404 fue la arena de los juegos: los combates, los crueles sacrificios de hombres y animales ofrecidos como el más divertido de los espectáculos a las 45.000 personas que podía acoger su aforo. Mide 22.000 metros cuadrados. Dicen los que cuidan del Coliseo por la noche, que no es extraño oír en el silencio de Roma algún que otro rugido, asociado en la lógica a las bestias que, durante el Imperio de Augusto, Calígula o Nerón, sirvieron como espectáculo en el circo romano, e incluso algún que otro choque de espadas, empuñadas por gladiadores fantasmas. Como ves, por los antecedentes y en estas maravillosas fotos, visitar el Coliseo Romano por la noche puede llegar a convertirse en todo un espectáculo. Foto: AFP

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