Aunque la Segunda Guerra Mundial paralizó las obras, Praga, ahora capital de la República Checa, tenía proyectado un tranvía subterráneo para comunicar la ciudad. En la década de los 60, las autoridades soviéticas tomaron las riendas y transformaron el plan en una red de metro. Los azulejos que revisten gran parte de las estaciones son los que han conseguido que el metro sea una atracción más de Praga, en todos los colores y con figuras circulares, las combinaciones son infinitas. Foto: Condé Nast Traveler

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