MIROGOJ, ZAGREB, CROACIA. Aquí, arcos, bóvedas y pabellones conviven en perfecta armonía con una vegetación a medio camino de lo salvaje, dónde abunda la hiedra trepadora. Un jardín creado para los muertos, que en muchas ocasiones, también disfrutan los vivos, gracias a la romántica belleza de sus esculturas, convertidas en espectacular Galería de Arte al aire libre. Construido a finales del siglo XIX por el arquitecto austríaco Hermann Bollé en las laderas de la montaña de Medvednica, su monumental arquitectura da respuesta a los gustos de las familias más influyentes de la época y hoy –todavía activo- lo convierte en uno de los cementerios más bellos de Europa.

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