Gracias a las decenas de iglesias, principalmente barrocas, que atestan su laberinto de calles angostas, Lecce, la “Florencia del Sur”, deslumbra con fachadas esculpidas e interiores que erupcionan con sinfonías de ángeles, querubines y madonnas. Pero esta pequeña joya del tacón de Italia está lejos de ser un paraíso de frugalidad monástica. Como capital de la cocina italiana sureña, la ciudad rebosa de restaurantes rústicos que sirven la abundante cocina campesina y robustos vinos tintos de la región de Apulia. Agréguele un animado paisaje de bares y playas cercanas y se tiene una ciudad apta para santos y hedonistas. Foto: New York Times / Travel

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