LA PLAZA ROJA DE MOSCÚ. «Me quedo mirando San Basilio, con sus cúpulas de colores. No sé si es tan fea que es bonita, o si es tan bonita que es fea. Solo sé que es fea y bonita a la vez, y con ganas». Así lo contaba el escritor Martín Casariego en un reportaje sobre la capital rusa. Las coloridas cúpulas de la catedral de San Basilio son quizás el elemento arquitectónico más conocido de la gran Plaza Roja de Moscú. El templo ortodoxo fue mandado construir por el zar Iván el Terrible para conmemorar la conquista de un territorio tártaro, el Kanato de Kazán. Se terminó de levantar en 1561 según un proyecto del arquitecto Póstnik Yákovlev. Sus vecinos en la gran plaza moscovita son el Kremlin y los grandes almacenes GUM.

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