Sierra Leona, turismo en la encrucijada

Playas exóticas y gente amable esperan a los primeros turistas, pero los problemas a superar son muchos.

La playa de Tokeh, cerca de Freetown, es un lugar paradisiaco por descubrir. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

La guerra civil en Sierra Leona (África) terminó hace 12 años y hoy el país del África occidental vive en paz. Ahora, playas exóticas y gente hospitalaria esperan a los primeros turistas, aunque los problemas a superar son todavía enormes.

Hasta ahora, las agencias de viajes no ha llevado nunca turistas a Jene, un pequeño pueblo junto al río Moa en el centro de Sierra Leona, pero esto puede cambiar pronto. A poca distancia, en la isla Tiwai, viven unos hipopótamos enanos raros y monos colobos rojos cuelgan de los árboles tropicales.

El Ministerio de Turismo desea que la isla de 12 kilómetros cuadrados se convierta en los próximos años en un centro de turismo sostenible. Para descubrir cómo se podría cooperar con los ocho pueblos en las fronteras de la reserva natural, el gobierno habla con personas como Sengbeh Sannoh.

En Tiwai hay apenas infraestructura para acoger a turistas. Los visitantes duermen en tiendas de campaña húmedas bajo cabañas abiertas de techo ondulado de hojalata. La lluvia de las tormentas nocturnas se escucha como si cayeran piedras del tamaño de un puño sobre el tejado. Por el contrario, el agua no fluye por la ducha.

Tampoco funcionan las placas solares y por la noche la isla acaba envuelta en penumbra. El proyecto piloto de Tiwai pone de manifiesto que las expectativas sobre el turismo son tan grandes como los obstáculos.

La mayoría de los europeos no asocian Sierra Leona con un país para viajar sino más bien con la película «Blood Diamond», con Leonardo di Caprio, que habla de la cruel guerra civil.

Sierra Leona se presentaba entonces como la pesadilla africana por excelencia: Niños soldado, diamantes de sangre, masacres, un país gobernado por la anarquía y la violencia. Es una imagen difícil de olvidar, aunque el país ha cambiado en los últimos diez años.

Sierra Leona vive sobre todo de la exportación de materias primas, pero de ello apenas llega nada a la población más pobre. «Las empresas mineras utilizan a las personas y destruyen el medio ambiente«, se queja el director de la oficina de turismo, Cecile John Williams.

Una alternativa a la minería podría ser el turismo, en el que muchos en el país ven grandes oportunidades, como si de un Mesías se tratara. Pero la gran pregunta al respecto es: ¿Se beneficiarán de ello sólo inversores extranjeros o el dinero de los turistas llegará a la población? Sierra Leona se encuentra en la encrucijada.

Una cosa está ya hoy clara: La lucha por el turismo no se decidirá en la isla selvática de Tiwai, sino en las playas del país. En la Península de Freetown una bahía sigue a la otra. La arena es tan fina que cruje bajo los pies.

Las palmeras crecen inclinadas en dirección al sol poniente y el agua del mar es cálida y cristalina. En el interior hay bosques. A Sierra Leona se le llama a veces el Caribe de África. Ya antes de la guerra, sus playas atraían a los turistas occidentales a la antigua colonia británica.

Quien recorre la península, puede ya ver en los hoteles y complejos turísticos en qué dirección podría desarrollarse el turismo. En Tokeh Beach, que todavía parece incluso un poco más perfecta que el resto de playas, hombres de negocios libaneses han construido un complejo de bungalows.

También aquí encontramos pequeños complejos ecológicos que apuestan por un desarrollo sostenible. El albergue en John Obey Beach está conectado a un pueblo. Once habitantes trabajan en este campamento para exploradores en el que aprenden inglés, cómo se separa la basura y cómo se administra un presupuesto determinado. Un cartel informa sobre la huella de CO2 de cada empleado. Las ambiciones son grandes.

Amara Bangura contempla el futuro con escepticismo. A sus 58 años trabaja en un complejo turístico en Mama Beach, bungalows redondos, una decoración interior elegante y baños limpios. «Casi sólo viene gente de negocios y empleados de ONGs«, afirma Bagura. Sierra Leona todavía no aparece en el mapa del turismo.

En el país, muchos esperan con ansia la llegada del turismo, pero el país tiene todavía dos grandes problemas: Las malas infraestructuras y los precios demasiado altos. La carretera que lleva de Freetown a las bahías de postal está tan llena de baches que los todoterrenos al atravesar un charco pueden acabar cubiertos de agua hasta la rejilla de refrigeración. Como los huéspedes de organizaciones y empresas pagan casi cualquier precio de hotel, una cabaña de madera sin electricidad puede costar hasta 50 dólares por noche.

Joseph Pierce cree sin embargo en el futuro de Sierra Leona. Pierce dirige un complejo turístico en Tokeh Beach. Entre las palmeras todavía se levantan las ruinas de un tiempo en el que por ejemplo llegó a la playa de Tokeh el que fuera más tarde presidente de Francia, Jacques Chirac. Las instalaciones tenían 600 camas y un helipuerto. Las casas venidas abajo parecen hoy como un refugio pirata. Los nuevos bungalows estarán listos pronto para recbir a más turistas (dpa).

 

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