CANADÁ

Montreal, je t’aime

La heterogeneidad de sus barrios, la gastronomía, las expresiones artísticas y los festivales es creciente y constante. Fotogalería

La vida al sol. Con la llegada del verano, los montrealeses se vuelcan a las calles a disfrutar de los festivales musicales y las actividades "outdoor". [ Ver fotogalería ]

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Por Seth Sherwood (*)

Por su tamaño, la segunda ciudad de Canadá es también la cuarta metrópolis francófona del planeta después de París, Kinhasa y Abiyán, pero la atención otorgada a su francesismo – ¡Bistrós! ¡Baguettes! ¡Gente diciendo bonjour! – tiende a desplazar las numerosas comunidades étnicas que hay dentro del diverso tendido urbano de Montreal.

Los italianos, portugueses y libaneses tienen una presencia muy visible, y la ciudad celebra festivales anuales dedicados a todo tipo de cosas, desde películas asiáticas-estadounidenses hasta comida caribeña. Agréguele una pulsante comunidad alternativa y un paisaje creativo –éste es un sitio que engendró talentos tan diversos como Saul Bellow, Arcade Fire y el irreprimible William Shatner– y se abre todo un nuevo Montreal. Independientemente de si su pasión es la cocina siria, el arte contemporáneo o la compra de artículos clásicos, Montreal lo atiende con aplomo.

1º día. Mix de culturas

El edificio de vidrio avant-garde conocido como Le 2-22 (2, rue Ste.-Catherine Est) pone al alcance de sus dedos el vasto paisaje cultural de Montreal. El vestíbulo tipo atrio alberga La Vitrine, un centro de información que provee listas de exhibiciones, presentaciones y demás eventos citadinos. Escaleras arriba, una librería llamada Formats vende tomos de arte y revistas locales, mientras que Vox Gallery auspicia exhibiciones de arte.

El vecindario que rodea la intersección de Boulevard St.-Laurent y Rue Rachel es una Pequeña Lisboa, gracias a innumerables parrillas sencillas de estilo luso cuyas vidrieras están llenas de pollos asados.

Prácticamente puede aprender un nuevo idioma en Les Bobards (4328, Boulevard St.-Laurent). Sólo tome una cerveza St. Ambroise Cream Ale y únase a la multitud que baila. La mayoría de las noches encontrará grupos de extranjeros, ya sea de los Balcanes, latinoamericanos, africanos o caribeños.

2º día. Remedios orientales

¿Siente que su organismo está en la ruina? Quoc Te, un proveedor de hierbas y remedios chinos, puede abastecerlo con “píldoras para cerebro sano” o pintura de hibisco, para pieles irritadas. Es una fascinante parada en el pequeño pero activo barrio chino de Montreal. Más “curalotodos” hay en My Cup of Tea, incluyendo el Compradicto, un té que pretende curar la fatiga.

Con blancos pasillos, luces fluorescentes y vanos con barras de metal, los niveles superiores del Edificio Belgo sugieren un hospital mental. Y las docenas de galerías que exhiben arte conceptual a veces disipan poco el efecto. Una primera parada ideal es la galería de Arte Visual de la Voz. Su propietaria, Bettina Forget, escribe The Belgo Report, la mayor fuente de chismes de exhibiciones. Otros espacios incluyen Pierre-François Ouellette Art Contemporain, Galerie Christian Lambert y Galerie Roger Bellemare.

No se puede acusar de publicidad engañosa a Gay Village. Esta franja de la calle Rue Ste.-Catherine, el rincón más abierto, estridente y orgulloso de Canadá, es donde la mayoría de la comunidad gay y lésbica de Montreal y abundante gente heterosexual se congregan en bares y clubes con los colores del arco iris.

3º día. Escapada persa

Avanzada la mañana dominical, la fila en Byblos Le Petit Cafe está llena de parejas jóvenes, estudiantes y comensales ansiosos por degustar el reverenciado desayuno-almuerzo del restaurante persa repleto de libros. Llegue temprano y tendrá derecho al Omelet Oriental, una fragante mezcla de cardamomo, pétalos de rosa, leche y nueces.

Los artículos descartables de algunos son el medio de subsistencia de otros en Mile End, un vecindario bohemio cuyo promedio de tiendas de artículos clásicos per cápita debe ser de los más altos de Norteamérica. ¿Quiere verse elegante y vintage? Los sacos de tweed o los vestidos florales de Citizen Vintage le irán bien. ¿Necesita amueblar su casa como un taller o granja de principios del siglo XX? Style Labo vende casilleros de metal, antiguas medallas de ferias de campo y otras reliquias encantadoramente restauradas. Aun más ecléctico, Monastiraki ofrece todo tipo de cosas, desde lo étnico, como una pipa de agua egipcia, hasta lo alternativo, como unos pósters de mujeres con cabeza de máquina del artista Rupert Bottenberg. Imagínelo como el microcosmos de Montreal.

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(*) The New York Times / Travel. Nota publicada en el Suplemento Turismo del Diario PERFIL el sábado 13 de octubre de 2012

 

2 Comentarios en “Montreal, je t’aime

  1. Delcarmen | 25/10/2012 | 11:57

    ¿Sabrá Al Gore la causa de este cambio climático en Canadá -antes estarían en otoño camino a Navidad blanca-?

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