ESPAÑA
Hay muchas razones para visitar Barcelona sin miedo
Con cinco kilómetros de arena bañada por el suave oleaje de un mar de leyenda, vale la pena demorarse en otra cara de la ciudad que engalanó Gaudí. Paellas, cruceros y mundo marino catalán.
En esa curva española donde el Mediterráneo es el cuenco del continente europeo, la ciudad de Barcelona ofrece playas magníficas, sol pleno y ocasos regados con sangría y paellas ejemplares. Una postal diferente de una ciudad que siempre se impuso con líneas arquitectónicas. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Andrew Ferren. The New York Times / Travel
Muchos de los artículos de viaje que ensalzan las atracciones de Barcelona cierran con algo como “y tiene la playa justo ahí”. Pero normalmente eso es lo último que se dice de la franja maravillosa de casi 5 kilómetros de arena bañada por las suaves olas del Mediterráneo. En lugar de “la chica de Ipanema”, hay una estatua de la adorada cantante flamenca Carmen Amaya, en la prístina playa Somorrostro, en Barcelona.
En los años que han pasado desde que su costa fue limpiada para los Juegos Olímpicos de Verano de 1992, Barcelona se ha convertido en una glamorosa meca cultural costera. Como Ibiza o Mykonos, además, se hizo fama de gay friendly. A mediados de agosto, será la cúspide de las populares festividades gay del Circuit Festival 2014.
Obviamente, nadie está sugiriendo una visita a Barcelona que excluya toda la fabulosa arquitectura, cultura, diseño y cocina que tiene para ofrecer. Pero con diez balnearios (algunos equipados con wi-fi, gimnasios al aire libre, camastros, duchas, restaurantes y estaciones municipales para navegar o hacer windsurf), podría concentrarse en el mar. Varias compañías ofrecen viajes por el puerto y la costa. Dura entre 40 y 90 minutos, parten frente a la estatua de Colón, donde la Rambla choca con el puerto (adultos desde 15 euros).
La popular arrocería Barraca, del chef Xavier Pellicer, es un paraíso para los amantes de la paella. Otorga a los alcauciles orgánicos, pimientos rojos, espárragos, habas y cebollas caramelizadas el mismo trato adorable que a los suaves trozos de langosta de su más costoso plato tipo risotto. La mayoría de las paellas son, como mínimo, para dos personas. La cena para dos, 80 euros.
Hay valiosas atracciones en torno al viejo puerto. Empiece con el acuario de la ciudad (20 euros los adultos), cuya visita sólo requiere 45 minutos y hay que pararse sobre una cinta transportadora que serpentea entre túneles de vidrio bajo mantarrayas y tiburones. Del otro lado del Passeig de Colom está el Museu Maritim (12 euros, incluye la exhibición de este verano sobre los vikingos). Parte del edificio data del siglo XV, con impactante arquitectura abovedada de piedra y madera. Cuando regrese a la playa, súbase al Santa Eulalia, una goleta de 47 metros, con tres mástiles, construida en 1918.
La playa Sant Sebastià ofrece clases de ocean pilates (23 euros), que combinan el remo parado y pilates sobre el agua. Antes de partir, no deje de visitar alguno de los encantadores pueblitos costeros como Sitges, a tan sólo 40 minutos por tren, auto o autobús desde el centro de la ciudad. En temporada alta de verano, cuando está rebosante de lo que parece casi toda la Europa gay, después de todo podría no sentirse como un pueblo tan chico.