El túnel de Cu Chi, turismo y marketing a costa de la guerra

Sirvió de refugio a miles durante la Guerra de Vietnam. Hoy es una mezcla de aventura económica, recuerdo e historia. Fotos.

En el pasado, las tropas estadounidenses y sus aliados se rompieron los dientes con el túnel Cu Chi, situado a 65 kilómetros al norte de Ho Chi Mihn. [ Ver fotogalería ]

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Por Bernd Kubisch (dpa)

Los turistas otean detrás de los arbustos, doblan las ramas hacia los lados e inspeccionan cuidadosamente la hierba. ¿Dónde está el maldito agujero? Los turistas llegados de China, Corea del Sur, Japón, Canadá y Alemania no son más inteligentes que los soldados estadounidenses hace más de 40 años.

Las pequeñas entradas escondidas que dan acceso al gigantesco laberinto subterráneo están bien camufladas. Un joven soldado que viste un uniforme verde oliva aparta con un raspador un montículo de hojas, levanta una pequeña tapa y se introduce rapidísimamente en el agujero. Sólo su cabeza es visible. El vietnamita cierra la tapa y desaparece.

En el pasado, las tropas estadounidenses y sus aliados se rompieron los dientes con el túnel Cu Chi, situado a 65 kilómetros al norte de Saigon, la antigua capital de Vietnam del Sur que después de la reunificación con Vietnam del Norte pasó a llamarse Ciudad Ho Chi Minh. Los guerrilleros del Vietcong no se dejaron expulsar de su «telaraña» y utilizaban el túnel como escondite, fuerte y base para lanzar ataques fulminantes contra el enemigo.

Hoy, una visita a Cu Chi es una mezcla de aventura económica, suspense, recuerdo y clase de historia. Algunas cosas les pueden parecer macabras a no pocos turistas, como los ejercicios de tiro, que hay que pagar, con armas de guerra. Otros turistas se dejan fotografiar con metralletas y granadas encaramados a un tanque o ven una vieja película propagandística sobre los buenos patriotas heroicos de la región. Sin embargo, no hay que perderse una visita a Cu Chi, sobre todo porque la excursión de seis horas en autobús desde Ciudad Ho Chi Minh con chófer y entrada se puede comprar a partir de menos de 15 euros (20 dólares).

«Mi padre ayudó a ensanchar el túnel en la década de los 90«, relata Ngo Quang Minh, un vietnamita de 68 años que trabaja desde hace algunos años de guía turístico en Cu Chi. Ngo es un buen ejemplo del auge económico que vive Vietnam. Antes trabajaba en un arrozal por poco más de un dólar diario. Hoy, guías turístas como Ngo Quang Minh reciben en propinas en un solo día entre diez y 20 dólares. Ahora les enseña a los miembros de su grupo trampas camufladas que durante la guerra causaban terribles mutilaciones a sus víctimas. No le gusta mucho mostrar esas trampas, porque este vietnamita, al igual que casi todos sus compatriotas, perdió familiares en la guerra.

Sólo los extranjeros delgados y de baja estatura logran meterse en el agujero. El gigantesco laberinto, que en algunos tramos tiene hasta tres niveles bajo tierra, fue construido para vietnamitas, no para soldados estadounidenses macizos o turistas lentos con barriga. Sin embargo, varios tramos del sistema de túneles, que tiene una extensión de 200 kilómetros, fueron ensanchados para que los turistas pudieran arrastrarse por los pasillos.

A Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta de Argentina, le resultó fácil introducirse en las entradas tapadas, porque ella es delgada. Las fotos de su visita a Cu Chi a principios de 2013 dieron la vuelta al mundo. Temporalmente, los soldados estadounidenses lograban conquistar algunas entradas y tramos del túnel. Sin embargo, no pudieron hacerse con el control de todo el sistema por sus gigantescas dimensiones y por la astucia del Vietcong.

Actualmente, las pequeñas cocinas austeras, donde se sirve rancho para los turistas, están situadas en la superficie y es fácil acceder a ellas. Los puestos de souvenirs y las tiendas ubicadas entre bambúes y palmeras ofrecen tarjetas postales, carteles, puñales, especias, vasos con mixturas, serpientes, municiones, banderas rojas del Vietcong, así como camisetas y gorros con diseños del túnel y de escenas de guerra.

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