La «ruta del comic» en las calles de Bruselas

La capital de Bélgica ofrece recorridos especializados por los principales murales, galerías y esculturas dedicadas al mundo del cómic.

Izq: Una mujer pasa junto a una enorme estatua del personaje de cómic Tomás El Gafe en Bruselas. Der: Un hombre leyendo un cómic en la sala de lectura del Centro Belga del Cómic en Bruselas. Fotos: dpa [ Ver fotogalería ]

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Uno puede encontrarse a viejos conocidos casi en cada rincón de Bruselas, aunque sea la primera vez que visita la capital belga. Lucky Luke y Tintín y Milú saludan en las muros de muchos edificios, mientras que la estatua a tamaño real de Tomás el Gafe (Gaston Lagaffe, en francés) sonríe al visitante y el gran visir Iznoguz sigue protagonizando las lecturas de los cafés.

Tan famosos y dispares héroes del cómic tienen algo en común: todos nacieron de plumas belgas. «Tenemos 800 historietistas en activo en Bélgica«, afirma Willem De Graeve, director del Centro Belga del Cómic en Bruselas. «Se puede decir que somos el país con mayor número de artistas del cómic«.

Del techo del Museo del Cómic cuelga la gorra roja de Spirou, en la entrada Astérix e Idefix se encargan de dar la bienvenida y por la sala de lectura corretea el Marsupilami. Aquí, en sus cómodos puffs, es se puede echar una ojeada a más de 15.000 cómics en 30 idiomas. El primer fin de semana de octubre, el CBBD (Centre Belge de la Bande Dessinée) celebra su 25 cumpleaños y un pequeño dibujo recuerda la inauguración, en 1989, con el entonces rey Balduino.

Según datos del museo, sólo el año pasado acudieron 200.000 visitantes a este edificio modernista del arquitecto Victor Horta, que antaño albergó un centro comercial. Además de la familia real belga, por allí se han dejado ver famosos como la estrella del pop Mika. Pero los fans de la viñeta también pueden reencontrarse con los héroes de su infancia en los muchos murales que adornan las calles de la ciudad.

Actualmente Bruselas ofrece recorridos especializados por los principales murales, galerías y esculturas dedicadas al mundo del cómic. Según la oficina de turismo local, el mapa de la ciudad con la ruta del cómic fue el más vendido de 2013, mientras que el Festival anual del Cómic atrajo el año pasado a 115.000 visitantes a la capital belga.

«Es algo universal, todo el mundo conoce a Tintín, Astérix y compañía«, afirma Rudi Houlmont, mánager del Café del Cómic en el corazón de Bruselas. A su lado, un grupo de turistas asiáticos irrumpe con la intención de comerse una hamburguesa bajo la mirada del capitán Haddock y el gran visir Iznoguz.

Pero, ¿por qué precisamente Bélgica, y en concreto su a menudo aburrida capital, se ha convertido en la meca del cómic? «Bélgica es un país pequeño, pero muy complicado«, explica De Graeve. A lo largo de la historia ha estado ocupado con frecuencia por tropas extranjeras, con una mezcla de lenguas y culturas. «Y la gente entendió rápido que es más fácil comunicarse con imágenes«.

Además, el país tiene vecinos fuertes que hablan el mismo idioma, por lo que la competencia editorial es grande. En el cómic, Bélgica encontró su nicho, afirma el experto. Y dibujantes como Hergé, el creador de Tintín y Milú, alcanzaron un estatus de culto. «Su éxito sirvió para motivar a muchos jóvenes belgas», señala De Graeve. «Hergé fue un modelo a seguir«, al igual que René Goscinny, el francés de cuya pluma salieron Astérix, el pequeño Nicolás o Iznoguz y que publicó en Bruselas algunas de sus obras.

Aunque la competencia sea fuerte, en especial la del maga japonés, los clásicos del cómic francobelga siguen entusiasmando hoy en día en toda Europa. Según De Graeve, el 80 por ciento de los visitantes del museo es extranjero, como la familia de Londres que en estos momentos observa cómo se hace un cómic. Eso sí, el personaje favorito del pequeño Tomas, de nueve años, no es belga: «A mí me gustan los Simpsons».

 

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