COPENHAGUE / DINAMARCA

Los jardines de Tívoli

Desde 1843 funciona en el distrito de Vesterport uno de los parques de diversiones más antiguos de Europa. Fotos

El 15 de agosto de 1843 abrió sus puertas el que hoy es el segundo parque de diversiones más antiguo del mundo, sobre terrenos de aproximadamente 83 mil metros cuadrados en Vesterport. Foto: Cedoc Perfil [ Ver fotogalería ]

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Por Matias N. Franco (Diario PERFIL)

(23 de noviembre de 2014) Los Jardines de Tívoli constituyen uno de los parques de diversiones más antiguos de Europa. Su origen se remonta a la primera mitad del siglo XIX, cuando Georg Carstensen convenció al rey Christian VIII de crear una atracción para entretener al pueblo danés en las afueras de Copenhague con una premisa muy simple: “Cuando las personas están jugando, no piensan en la política”. Y así, el 15 de agosto de 1843 abrió sus puertas el que hoy es el segundo parque de diversiones más antiguo del mundo, sobre terrenos de aproximadamente 83 mil metros cuadrados en Vesterport (“puerta Oeste”), en su momento en las afueras de la ciudad y hoy uno de los puntos más importantes y céntricos de la capital de Dinamarca.

Con poco más de cuatro millones de visitantes al año, Jardines de Tívoli es el elegido por la mayoría de los escandinavos y el cuarto parque más visitado de Europa, apenas detrás de Euro Disney, EuropaPark y el Efteling. Recorriéndolo, cuesta creer que se trata de un parque con más de 170 años de antigüedad. Y es que Tívoli, al estilo danés, logra un equilibrio entre lo nuevo y lo viejo de una manera perfecta. Por ejemplo, el tradicional Teatro del Pavo Real tiene 200 años de vida. Si algo se puede decir de los daneses es que aman el sol y, desde los primeros rayos de la primavera, eligen cualquier espacio verde para sentarse con amigos o en familia.

Con su primer siglo cumplido este año, la Montaña Rusa, construida en su totalidad de madera, es el juego más antiguo del parque. Su escenario de montañas cuenta con dos picos –uno de 26 metros de altura–, túneles y una cascada artificial. Pero, para los verdaderos amantes de la velocidad y la adrenalina, Tivoli tiene reservado otro recorrido: el Demonio, un vertiginoso viaje en una montaña rusa moderna. Y luego se podría seguir con Vértigo, una avioneta que vuela en círculos a toda velocidad.

El mismo estilo de entretenimiento proponen la Torre Dorada, el Odín Express y El Monzón, este último un juego mecánico similar a lo que conocemos como “alfombra mágica”. Además hay un acuario con un arrecife de coral de treinta metros y una infinidad de peces, conciertos de música clásica y más de 35 restaurantes de comida rápida o procedente de distintas regiones del mundo (desde 60 DKK por persona).

Para los más pequeños hay vuelos en una nave espacial o en alguno de los inventos de Da Vinci. Sin embargo, ninguna visita a Tivoli estaría completa sin recorrer Den flyvende Kuffert (El Arcón Volador), que recorre las historias del autor Hans Christian Andersen. La entrada general cuesta 99 DKK (13,20 euros). Los paseos oscilan entre 25 DKK y 75 DKK. El pase general para todas las atracciones, 199 DKK (26,53 euros), al que debe sumarse al precio de la entrada general. Precioso y costoso al bolsillo argentino.

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