36 horas en Central Park, el oasis de Nueva York

Entre la 59 y la 110 de Manhattan se extiende el parque más filmado de América. Con 93 kilómetros de caminos, según el Mago David Copperfield el Central Park es el mejor lugar para desaparecer. Fotos.

Entre la 59 y la 110 de Manhattan se extiende el parque más filmado de América. Con 93 kilómetros de caminos, según el Mago David Copperfield el Central Park es el mejor lugar para desaparecer. Foto: Pixabay [ Ver fotogalería ]

Ficha

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Por Stephanie Rosenbloom (The New York Times Travel. Especial para PERFIL)

En 1859, el santuario de colinas onduladas, puentes y lagos que toma forma en el corazón de Manhattan fue descrito en The New York Times como una «obra noble, que está claramente destinada a ser el honor y el encanto de Nueva York«. El descuido y el deterioro de la década de 1970 amenazaron con apagar esa visión utópica del Central Park, pero ahora, luego de años de restauración, está floreciente y es el poco común destino turístico que también es tierra de placer para los locales.

Dependiendo de la estación del año y de su ciclo de vida, alguien podría tomar sol o patinar sobre hielo, navegar en bote de juguete o remar en uno de verdad, escuchar a Shakespeare, rock o el llamado de una de las 275 especies de aves.

Diseñadas por Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, las más de 340 hectáreas del Central Park están llenas de esculturas, monumentos y fuentes que dan cuenta de los exploradors, artistas y héroes del país: Colón, Beethoven, Duke Ellington, John Lennon, Alicia en el País de las Maravillas…

El parque también alberga canchas de tenis y handball, campos de cricket, un carrousel, un castillo, un teatro de marionetas, un zoológico y más de una docena de patios de juego. Se puede cruzar en carruajes tirados a caballo, y está circundado por departamentos de precios astronómicos, hoteler de lujo y museos de talla mundial. No obstante su popularidad, dentro de él se puede encontrar un Manhattan tranquilo y eterno.

Día 1. Los jardines

Descargue en su smartphone la aplicación gratuita Central Park. El mapa permite identificar su ubicación, pero de forma más interesante la aplicación tiene audios de celebridades como Jerry Seinfield dándole la bienvenida al Mall y al Paseo Literario, o Whoopi Goldberg hablando sobre la Arena Wollman (donde aprendió a patinar sobre hielo).

Después finja ser un aristócrata de una película de la Merchant Ivory y atraviese una de las puertas de hierro cerca de la 105th Street y la Quinta Avenida para entrar al formal Conservatorio Jardín de casi 2,5 hectáreas, dividido en tres estilos de jardines: francés, italiano e inglés (no se pierda la fuente conmemorativa de Frances Hogson Burnett, con sus esculturas de un niño y una niña, creada en honor al autor de «The Secret Garden»).

En el jardín italiano, suba las escaleras hacia la elevada pérgola de glicinas y junto a los chorros de agua pulse el «on»: Candice Bergen le hablará sobre los jardines. Antes de irse, mire abajo los medallones grabados en el suelo con el nombre de los 13 estados originales, incluyendo Nueva York.

Diríjase luego a la Quinta Avenida atravesando la Puerta Vanderbilt de hierro forjado, hecha en París en 1894 y que alguna vez fue parte de la mansión de Cornelius Vanderbilt II, en la 58th Street. Camine hacia el norte. Está sobre la Milla de los Museos. ¿Ya conoce pesos pesados como el Guggenheim? Diríjase al Museo de la Ciudad de Nueva York, donde encontrará escritos de Eugene O’Neill. O a Neue Galerie para ver obras de Gustav Klimt, Joseph Hoffmann, Vasily Kandinky y Paul Klee.

Al atardecer, diríjase al Plaza Hoel y busque Rose Club. Allí, un Bloody Mary cuesta US$ 23, pero casi se puede hacer una comida con los frutos secos y pochoclos que acompañan. Después, amine haca el oeste sobre Central Park South. Cuando llegue al Museo de Arte y Diseño, vaya al noveno ppiso, donde encontrará «Robert», un restaurante y salón con música de piano en vivo y vistas a la Rotonda de Colón. Del otro lado de la calle, en el Centro Time Warner, hay varios bares y tiendas finas.

Día 2. El amanecer

Los amantes de ls aves saben que el comiendo del día es mágico en la Rambla, un laberinto de 12 hectáreas de rocas y ároles que fue casi completamente hecho por el hombre. Dicen que esta zona está sobre la Ruta Atlántica Norteamericana, una ruta migratoria que siguen las aves en primavera y otoño. Central Park Conservancy ofrece binoculares, mapas y uan gruía sin costo, que se retiran en el Castillo Belvedere.

En días soleados, el vasto césped del Central Park está salpicado de gente. Si quiere un poco de paz, vaya a los Bosques del Norte, más aislados. Las 36,5 hectáreas de flores silvestres, árboles, barrancos y cascadas lo transportarán a la campiña. El mago David Copperfield dijo que viene aquí cuando quiere desaparecer. Más al norte, en Harlem Meer, se hace pesca de captura y liberación. Cuando tenga ganas de almorzar, camine hacia Trump Hotel Central Park, donde podrá comer bien por US$ 38; el pastel de chocolate tibio con helado de vainilla es obligatorio.

En el Museo Americano de Historia Natural hay fósiles de dinosaurios y una maqueta de fibra de vidrio de 28,7 metros y 9,5 toneladas de una ballena azul suspendida en el techo. Junto al Museo, el Centro Rose para la Tierra y el Espacio demuestra que existen muy pocas formas de pasar mejor día lluvioso que mirando estrellas y galaxias en el Planetario Hayden o una película de la naturaleza en pantalla Imax. En los meses más cálidos, puede ver una obra o un concierto en el Central Park o en el vecino Centro Lincoln. La rústica «Tavern on the Green», sobre 67th Street y Central Park West, tiene una chimenea para quitar el frío de las noches de otoño.

Día 3. Waffles y remo

Sí, abundan los turistas, pero visite Loeb Boathhouse, que abrió en 1954. ¿Qué tan egudo podemos comer waffles con miel de arce y compota tibia de bayas (US$ 16) y ver cómo se deslizan botes de remo sobre un lago en medio de Manhattan? El alquiler de los botes cuesta 15 dólares la hora y se requiere un depósito de 20 dólares en efectivo. Tigres, pandas rojos y una boa esmeralda son algunas de las criaturas que podría encontrar en el Zoológico del Central Park. Puede presenciar mientras les dan de comer a pingüinos y leones marinos; hay un zoológico para niños con una senda natural y un cine en 4D. El zoológico es diminuto en comparación con el del Bronx, pero en una forma encantadora de concluir un fin de semana en una selva urbana.

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