Siguiendo las huellas parisinas de Edith Piaf en su centenario

Francia conmemora este año el centenario de la gran dama de la «chanson». Sus huellas siguen emocionando hoy a admiradores y turistas. Fotos.

Edith Piaf actuó cada noche durante tres meses en el teatro Olympia. Foto: dpa [ Ver fotogalería ]

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Francia conmemora este año el centenario de Edith Piaf, nacida el 19 de diciembre de 1915 en París. La gran dama de la «chanson» francesa se mantuvo toda la vida estrechamente vinculada a la ciudad. Sus huellas siguen emocionando hoy a admiradores y turistas. El recorrido puede comenzar en el cementerio Père Lachaise, último destino parisino de Piaf. Entre las 70.000 tumbas figura una lápida modesta y nada fácil de encontrar decorada con las iniciales «EP» en dorado y un par de flores.

La cantante fue despedida en ese mismo sitio por decenas de miles de personas el 14 de octubre de 1963 tras su prematura muerte con sólo 47 años. Pero antes marcó a fuego diversos puntos de la ciudad. Aunque pasó sus últimos años en el elegante barrio 16, Piaf siguió siendo hasta el final un exponente del norte de la ciudad, más modesto y obrero.

Un edificio en la Rue Belleville 72 lleva la placa: «En las escaleras de esta casa, en medio de una amarga pobreza, nació el 19 de diciembre de 1915 Edit Piaf, cuya voz conmovería luego al mundo entero«. La calle de más de dos kilómetros de largo es la arteria central del entonces pueblo Belleville, hoy el distrito 19 de los 20 en los que se divide París. Su nombre bien podría ser Bellevue, «vista bella»: la colina más alta de París ofrece un buen panorama de la ciudad con su mar de edificios y la emblemática Torre Eiffel.

Menos idílico era en los años 30 el modesto barrio obrero en el que Piaf pasó su juventud ganándose la vida como cantante en la calle. Hija del artista de circo Louis Gassion y de la cantante de cafés Anetta Maillard, Piaf dejó el hogar paterno con apenas 15 años para vivir en la calle Crespin du Gast, a un kilómetro de su casa natal, donde pasó los años previos a su salto a la fama. El número 5 alberga hoy un pequeño museo privado creado por la Asociación de Amigos de Edith Piaf. Bernard Marchois, conocido de la cantante, expone desde 1977 fotos, carteles, discos y cartas en dos habitaciones repletas de su vivienda.

Marchois presenció también en varias ocasiones los conciertos en los que la delgada cantante de 1,47 metros lloraba éxitos como «Hymne à l’amour» o «Milord» en la célebre sala de conciertos Olympia. En ese mismo sitio, una Piaf ya enferma cantó el 30 de diciembre de 1960 la canción que terminaría convirtiéndose en su legado: «Je ne regrette rien«. Otra estación en un París que mantiene vivo el recuerdo de una de sus ciudadanas más universales.

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