CONSEJOS DE VIAJES

Turismo en «slow motion»: cuando viajar no significa gastar dinero y cansarse

Taichi, reflexión y aventuras en grupo son la nueva tendencia turística. En vez de un viaje estresante, hay maestros que ayudan a vivir experiencias únicas en paisajes deslumbrantes.

Taichi, reflexión y aventuras en grupo son la nueva tendencia turística. En vez de un viaje estresante, hay maestros que ayudan a vivir experiencias únicas en paisajes deslumbrantes. Foto: Perfil [ Ver fotogalería ]

Ficha

Por Mónica Martin (Diario PERFIL)

Miedo a volar, turismo en las cornisas, temor a la oscuridad, montañas rusas invertebradas, caminatas agobiantes en el trópico, agendas de vacaciones sin aliento… Los viajes que uno creía de placer a veces se plantean como una pesadilla de Matrix, en la que uno cree que ha tomado la pastillita roja en lugar de la azul. ¿Vacaciones en Orlando? Demoledoras.¿Recorrer todo Europa en 15 días? Dios no lo permita. Viajar también estresa, créanlo. Tal vez por esto comenzaron a proliferar las propuestas de viaje en slow motion, respetando los propios límites y acurrucándose en la mecedora de la Madre Tierra.

El turista ya no quiere ser llevado de las narices; quiere tener el control de sus vacaciones. Ya no busca comprar un paquete que delimite su descanso sino comprar vivencias”, señala Walter Lema, presidente de la Asociación Internacional de Aprendizaje Experiencial, la única institución en los países de habla hispana de la que, en tres años y medio, se egresa como Master en Apex (Maestro Experiencial), una suerte de especialista en transformar vidas a partir de experiencias significativas en contacto con la naturaleza.

Con el título bajo el brazo, los profesionales aplican sus aprendizajes en el campo turístico y hallan terreno fértil. No por casualidad buena parte de los viajeros que se sienten tentados por este tipo de propuestas provienen del agobiante mundo empresarial. Comenzando por el propio Lema, que es ingeniero químico y fue director de una empresa licenciataria de General Motors hasta que, hace 15 años, decidió cambiar la seguridad de los números por el misterio de las emociones, la pujanza económica por la espiritualidad del taichi, saberes que se ponen sobre la mesa con cada contingente.

En el turismo tradicional, el viajero pasa por los lugares; es un pasajero que paga por un servicio, idéntico para todos. En el turismo de experiencias, en cambio, cada uno interactúa con el lugar de un modo diferente. Viaja como integrante de un grupo, acompañado por un “facilitador” –no por un guía– que lo ayudará en su proceso de interacción con el ambiente y con la gente que lo rodea.

Cada viaje es una experiencia única que será vivida por cada uno de manera diferente. Así, el turista enviste al destino de un valor agregado, no recibe simplemente un servicio sino que participa de una vivencia que dejará huella en su vida. Con ese norte, la empresa Synapsis Patagonia promociona recorrer la zona de la tragedia de los rugbiers de los Andes “para enfrentar desafíos y obstáculos”, o probar en San Martín de los Andes la ruta de la introspección con la ayuda del yoga y la meditación.

Quienes pisen el umbral de la crisis de los 40, o titubeen al tomar decisiones o quieran reencontrarse con esos desconocidos llamados hijos, también encontrarán un viaje a medida. En paralelo, Fernando Reznik, fundador de la agencia ShantiTur, invita a participar del “turismo consciente que devuelve el espíritu vincular en los viajes”. “Cuando conocés lugares que no se pueden describir con palabras y conocés personas que transforman tu percepción del mundo, nace el impulso de querer compartir esta experiencia con los demás, vivir aventuras grupales y crear lazos duraderos”.

Sería como volver a la naturaleza para recuperar las riendas de la propia vida. “Taichi, yoga, meditación… hay varias disciplinas que conectan con la energía de la naturaleza. Algunas promueven caminatas en el bosque, abrazarse a los árboles para tomar su energía y dejar que lo malo salga por los pies. En yoga se trabaja con la columna alineada porque es la recta de la vida: la primera vértebra une con el cielo y la última, con la tierra. En la bioenergética se trabaja descalzo y con las manos. Pero lo más importante es la respiración, porque conduce inmediatamente a calmar la mente”, explica Noemí Giacchino, profesora superior de yoga integral. Y cita: Una cabeza llena de miedos no tiene lugar para los sueños”.

Las montañas, el mar, las alturas, los aviones y la oscuridad entusiasman a algunos y aterran a otros. En los viajes, para enfrentar lo desconocido, la clave parece estar en saber respirarUna buena respiración diafragmática es eficaz y se puede incluso hacer parado. Se respira lentamente por la nariz y se lleva el aire al diafragma, ‘viendo’ que el bajo abdomen se infla, luego se exhala lentamente. La apertura de pecho es ideal para el miedo, porque la persona deprimida se cierra. Hay frases mantras con combinación de vocales y consonantes que ayudan a expandir la caja torácica. Con esos sonidos, la mente se va acomodando y saca el ‘no’. Es un trabajo paulatino”, advierte Giacchino. Pero fue el austríaco Viktor Frankl quien, primero que todos, comprendió cuáles son las verdaderas faenas con las que lidian los viajeros: “La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida”.

 

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