DRESDE / ALEMANIA

Restauran en Alemania un espléndido palacio barroco del s. XVIII

Mármol belga, parqué en paneles Versalles, oro, terciopelo y seda: los vestigios del antiguo esplendor se acumulan en enormes cajas de cartón especiales en el ala norte del Palacio Residencial en Dresde.

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Mármol belga, parqué en paneles Versalles, oro, terciopelo y seda: los vestigios del antiguo esplendor se acumulan en enormes cajas de cartón especiales en el ala norte del Palacio Residencial en Dresde. En el lugar en el que antiguamente se celebraban bailes los restauradores textiles analizan los restos de tapizados de paredes, alfombras de pie de cama y cojines guardados durante décadas. Valiosas telas de seda tejidas a mano con hilos plateados y dorados aguardan envueltas en papel de seda a ser examinadas.

Se trata de uno de los talleres temporales en los que se prepara la esperada instalación de la planta en la que se realizaban los desfiles del legendario príncipe elector de Sajonia y rey de Polonia Augusto II el Fuerte (1670-1733). Para ello se están restaurando muebles, así como reconstruyendo y distribuyendo las habitaciones siguiendo ilustraciones, grabados en cobre y fotografías de la época previa a su destrucción en 1945, que se encuentran en la misma Dresde, en Sajonia, Alemania y otras partes de Europa.

La segunda planta del ala oeste de la antigua residencia del siglo XVIII de los Wettin hace tiempo que está presente de nuevo sobre el papel y virtualmente. Los trabajos de restauración deberán haber finalizado en 2019, año en el que se cumple el 300 aniversario de la inauguración del edificio original. Las cinco suntuosas habitaciones creadas entonces para la boda del príncipe elector con María Josefa, hija del emperador José I de Habsburgo, son el corazón de esta residencia de barones y reyes sajones del siglo XVI que fue destruida en 1945 por los bombardeos de los aliados.

«La residencia se diseñó siguiendo el modelo francés que incluía un salón comedor, dos antecámaras, un aposento para audiencias y el dormitorio con una gran cama imperial«, explica Ludwig Coulin de la oficina sajona de Bienes Inmuebles y Construcciones. Durante la restauración se han podido utilizar, restaurar e integrar muchas piezas: lámparas de araña, espejos, mobiliario y pinturas han vuelto a su ubicación original. Artistas independientes están recreando pinturas que se habían perdido y de las que sólo existen unas pocas diapositivas en color.

La decoración textil también se restaura a mano «hilo a hilo» según los fragmentos originales. De este modo los tapices dorados rescatados de talleres parisinos, actualmente una excepción en Europa, también regresan a las paredes de la sala de audiencias. «Los tapices que renacen ahora eran uno de los mayores tesoros que se podían adquirir por aquel entonces«, cuenta el director del palacio, Dirk Syndram.

Los restauradores también pueden recurrir a lo conservado a la hora de realizar su trabajo. «Un botón original es como un ADN, con ello puedes clonar la habitación entera.» A ello se suman los viejos muebles, como aquellos elaborados con carey y bronce dorado, entre los que se encuentran las dos maletas de aseo que trajo con ella la esposa imperial. La ostentosa cama de más de cuatro metros de altura se perdió después de que Alemania aboliese la nobleza en 1918 y ahora se reconstruye siendo fiel al modelo original.

Por el contrario, el gran trono de Augusto II El Fuerte todavía sobrevive, a pesar de su visible deterioro por haber sido expuesto en numerosas ocasiones antes y después de la Segunda Guerra Mundial. La restauradora Katharina Hummitzsch examina el trono de 1,90 metros de altura y 90 centímetros de ancho que fue construido con motivo de los festejos de boda del hijo de Augusto II El Fuerte. La majestuosa silla, tallada en madera de tilo, tapizada con terciopelo rojo y bordada con hilos plateados y dorados, ya se restauró varias veces. «Queremos presentar la mejor versión posible del original

«Mantenemos las partes que se han conservado del modelo original y elaboramos todo lo que es nuevo como se hacía antiguamente«, explica Coulin. Ya sean espejos o artesonados, los expertos pueden dejarse inspirar en su trabajo por los grabados en cobre de 1719 a través de los cuales la Casa de Wettin documentaba su esplendor. «Era como ahora Twitter y Facebook«, dice Coulin.

Mientras tanto, en la habitación de la torre se necesitan todos los conocimientos de Eva Backofen y sus compañeros. La escultora se encuentra sobre una estructura bajo el techo en el que se despliega un puzzle de dioses marinos, aves y plantas de yeso. «Sólo tenemos información de fragmentos reflejados en espejos en viejas fotografías, así que tenemos que imaginarnos el resto«, dice. «Esto es como una segunda carrera en Historia del Arte, realmente debo aprender mucho.» Según Coulin y Syndram, una vez restaurada esta habitación causará mayor asombro que la cámara del tesoro, ya que es mucho más ostentosa, opulenta, grande e importante. «No era un museo sino la coronación de la corte ceremonial a nivel europeo.»

 

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