Museo Kunsthalle / Alemania
Un museo alemán exhibe el arte que le gustaba a Hitler
La exposición se llama «Artige Kunst» (arte decente), una alusión intencional al término «Entartete Kunst» (arte degenerado), que los nazis usaban para referirse a obras que ellos detestaban.
El cuadro "Turner" (gimnastas), hecho por Gerhard Keil en 1939, muestra a cuatro hombres musculosos que visten ajustados pantalones de deporte. El arte aprobado por los nazis generalmente ocultaba todas las cosas desagradables de la vida, dice el director del museo Kunsthalle, Jörg-Use Neumann. [ Ver fotogalería ]
Tres mujeres desnudas con curvas bien pronunciadas están sentadas bajo un árbol. Enfrente de ellas hay un hombre vestido con camiseta y pantalón corto. El cuadro, del pintor austriaco Ivo Saliger, lleva por título «El Juicio de París». A Adolf Hitler le encantó. Cuando vio la obra durante la Gran Exposición de Arte Alemán en Múnich, en 1939, la compró inmediatamente.
Así lo cuenta Silke von Berswordt-Wallrabe, quien dirige una nueva exposición en la ciudad portuaria de Rostock, en la costa báltica de Alemania, donde pueden verse 84 obras de arte de las décadas de los 30 y 40 que gustaban a Hitler y a los nazis.
La exposición se llama «Artige Kunst» (arte decente), una alusión intencional al término «Entartete Kunst» (arte degenerado), que los nazis usaban para referirse a obras de expresionistas, cubistas, impresioinistas y dadaístas que ellos detestaban.
La exhibición en el museo Kunsthalle de Rostock lleva por subtítulo «Arte y Política durante el Nacionalsocialismo», y las pinturas y dibujos son sobre todo aquellos hechos por artistas que gozaban de los favores del régimen nazi. Muchas de esas obras «decentes» pudieron verse a partir de 1937 en la Gran Exposición de Arte Alemán, que ilustró la visión ideológica de los nazis de cómo debería ser el mundo.
Por ejemplo, una pintura del año 1944 titulada «Bauernfamilie» (familia campesina), de Rudolf Otto, muestra a una familia con diez hijos cenando juntos. Y allí está también «Der Urlauber» (el vacacionista), también de 1944, un cuadro de Paul Matthias Padua que muestra a un soldado de infantería sentado junto a una estufa y rodeado de un grupo de niños.
El cuadro «Turner» (gimnastas), hecho por Gerhard Keil en 1939, muestra a cuatro hombres musculosos que visten ajustados pantalones de deporte. El arte aprobado por los nazis generalmente ocultaba todas las cosas desagradables de la vida, dice el director del museo Kunsthalle, Jörg-Use Neumann. Por su parte, la comisaria Silke von Berswordt-Wallrabe explica: «Queremos alentar a los espectadores a que recuerden claramente los tiempos en los que se mostraba este tipo de arte, lo que dice y lo que no dice«.
Silke y su esposo Alexander dirigen una prominente fundación artística en la ciudad de Bochum, en el oeste de Alemania, y organizaron la exposición en Rostock junto con los curadores del Kunsthalle. La exposición pudo verse el año pasado en Bochum y después de Rostock se trasladará a Ratisbona, en el sureste del país. Los comisarios no solo quieren que las obras de arte «decente» hablen por sí mismas, sino que, para poner las cosas en perspectiva, también exponen obras de artistas no aprobados por los nazis.
Asimismo, se pueden ver dibujos de Karl Schwesig, un artista que formó parte del movimiento de resistencia, que muestran a personas siendo golpeadas por miembros de la Gestapo, la policía secreta nazi, en 1936. También se muestran películas propagandísticas nazis junto a fotos de pilas de cuerpos en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Neumann asegura que la exposición es importante en los tiempos que corren. En el arte nazi no existían cosas como enfermedades, pobreza social y desempleo.
Todas las obras son préstamos de 20 instituciones de Alemania y Holanda, entre ellos el Museo Histórico Alemán en Berlín y la Galería Nacional Alemana. Pero también hay obras cedidas por cuatro particulares, señala Neumann. La exposición en Rostock estará abierta hasta el 18 de junio y después se trasladará a la Galería de Arte Germano-Oriental en Ratisbona.
| Nota publicada el 14 de mayo de 2017