CULTURA & MUSEOS

En Nueva Zelanda se puede experimentar un terremoto y ver un huevo de 700 años

Una nueva exposición permanente del Museo Nacional Te Papa, que costó 7,9 millones de dólares, también se centra en el cambio climático.

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Por Jule Scherer

¿Alguna vez se preguntó cómo se siente un terremoto? El Museo Nacional Te Papa de Nueva Zelanda, ubicado en Wellington, permite experimentar un temblor en el marco de una amplia exposición inaugurada este mes.

La nueva exposición permanente «Te Taiao Nature», que costó 12 millones de dólares neozelandeses (unos 7,9 millones de dólares estadounidenses), también se centra en el cambio climático con la instalación interactiva «Climate Converter», un espacio en el que el visitante puede ver cómo sus acciones dejan una huella de carbono. «Abarcamos una serie de temas difíciles, como el cambio climático y la calidad del agua, es decir, situaciones alarmantes que debemos confrontar», explicó Frith Williams del museo Te Papa a la emisora Radio New Zealand.

«Nuestro desafío fue hacerlo de una manera en que la gente saliera del museo con esperanza y con la noción de qué pueden hacer, en vez de sumarles preocupaciones», agregó. A pesar de que hay muchas piezas nuevas para explorar, algunas de las favoritas de la exhibición anterior siguen allí. Así, se puede ver un calamar de cinco metros de largo y visitar la Casa del Terremoto, que permite a los visitantes experimentar qué sucede cuando Ruaumoko, el dios maorí de los volcanes y terremotos, pone a temblar la tierra.

Los visitantes también pueden crear un tsunami y medirse ante una moa gigante, un ave ya extinta no voladora endémica de Nueva Zelanda y que medía más de 3,5 metros. El museo también expone un huevo de moa de más de 700 años de antigüedad, uno de los 36 huevos de moa prácticamente intactos que se preservan. Está ubicado en un dispositivo similar a un nido de cuatro metros de altura que fue tejido de materiales reciclados, incluidos los suelos de la anterior exposición sobre la naturaleza.

El llamado «Nido Kohanga» fue diseñado para alentar a las personas a pensar tanto en las aves ahora extinguidas como en aquellas que figuran en la lista de especies amenazadas. «Ya perdimos más de 55 especies de aves desde que el ser humano llegó a Nueva Zelanda hace menos de mil años. El ‘Nido Kohanga’ es una oportunidad de ver a algunas de ellas, a algunas que están en peligro y a otras que están perfectamente», explicó el curador Colin Miskelly.

(*) Deutsche Presse-Agentur. Publicado el 26 de julio de 2019

 

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