RELATOS DE VIAJEROS

En el lobby del hotel me encontré con…

Por Ariel Ferrero | Seguilo en Twitter: @ArielFerrero

Alojarse en hoteles de lujo a veces nos puede dar una sorpresa. Como encontrarnos con alguna figura del mundo del espectáculo, la política o el deporte. ¿Cholulo yo?

Mi profesión como periodista, especializado en temas de viajes y turismo, me permitió dormir en algunos de los mejores hoteles y con más historia del mundo. Y en muchos de ellos, me crucé con personajes del mundo de la farándula, desde el cine hasta el deporte y la política.

Recuerdo una anécdota una mañana, en marzo de 1996, mientras hacía el check in en el Hotel The Peninsula de Nueva York, sobre la Quinta Avenida.

Mi vuelo había llegado temprano desde Buenos Aires, y cuando llegué al hotel para hacer el registro, noté que llegaron otros dos hombres detrás mío.

Me llamó la atención uno de ellos, que tenía el cabello plateado, con toques dorados. Era el futbolista inglés Paul Gascoigne, estrella de su selección, que en ese momento jugaba en la Lazio de Italia. Estaba vestido de traje y tenía uno de sus pies enyesados.

Como fanático de fútbol que soy, y luego de haberlo visto jugar en el Mundial de Italia 90, no pude resistir la tentación de saludarlo.

Le hablé en inglés, pero él me respondió en italiano, percibiendo -tal vez por mi acento latino-, que era de esa nacionalidad. Le pedí sacarme una foto con él y me dijo que primero hiciéramos el check in.

Como habíamos llegado muy temprano, nos avisaron que nuestras habitaciones no estaban listas aún.

El hizo el check in y se fue a sentar con su amigo a un costado. Luego que yo terminé de hacer el registro, «Gazza» me hizo la seña y nos tomamos la foto. Charlamos un rato y me dijo que estaba de vacaciones, recuperándose de una lesión, que se veía seria.

En ese momento apareció una representante del hotel y nos dijo que nos invitaban a tomar algo al bar del hotel, hasta que nuestras habitaciones estuvieran listas.

Eran cerca de las 8 de la mañana, y hacía mucho frío en Manhattan. Yo me pedí un café doble, decidido a disfrutar de la ciudad a través de los grandes ventanales que miran a la Quinta Avenida.

Muy cerca mío se sentó Gascoigne con su amigo. No había nadie más en el bar en ese momento. «¿Qué desea tomar Señor?«- le preguntó la señorita que atendía. «Una cerveza«- respondió «Gazza».

«Salud«- le dije desde mi mesa, levantando la elegante taza de porcelana. «Salud«-, me respondió elevando el gigantesco vaso de vidrio.

Otra anécdota que recuerdo, fue en el fastuoso Grosvernor House de Londres, frente a Hyde Park, y actualmente propiedad de JW Marriott. Todo parecía tranquilo y en calma. Cuando entrevisté al gerente, en un momento me pregunta: «¿Usted nota algo extraño?«.

«La verdad que no«- le dije.

«Ve esa persona que está allí leyendo el diario, y el otro que está caminando, y aquel otro y…«- me dijo. «Bueno, son todos agentes secretos, resulta que en este momento está alojado en el hotel Yasser Arafat«.

Tal vez algo sugestionado, lo confieso, y hasta con temor, desde ese momento comencé a prestar atención quien subía al ascensor conmigo…

En diciembre de 1992, estaba yo tomando un trago en el bar del viejo Hotel Hyatt de Buenos Aires (ahora Four Seasons). De pronto se llenó de personas, de aspecto típicamente rockers, camisas a cuadros, botas de cuero y el tono de hablar que los delataba.

Estaban los Guns’n Roses allí, que por primera llegaban a Buenos Aires. Me acerqué al guitarrista Gilby Clarke para saludarlo y desearle un bueno concierto. Le pregunté por Slash, Axl y el resto de la banda. “Están descansando”, me dijo.

Cuando salí del hotel cientos de jovencitas gritaban enloquecidas. No lo hacían por mí…

 

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