COSTA BONAERENSE
Un remanso de paz en Mar del Sur
Con playas en las que el sol se disfruta hasta el atardecer, los chicos andan seguros y los padres viven sin cerrojos ni candados. Fotos
Con playas en las que el sol se disfruta hasta el atardecer, los chicos andan seguros y los padres viven sin cerrojos ni candados. Foto: Antonella Goñi / Diario Perfil [ Ver fotogalería ]
Por Analía Melgar (*)
Los que llegan y lo conocen, o lo aman o lo odian”, es uno de los testimonios más precisos de los habitantes de Mar del Sur, Provincia de Buenos Aires. Es verdad, pues este destino con apenas 500 residentes tiene características tan propias que mantienen alejados a algunos turistas y fanatizan a otros.
A 17 kilómetros de Miramar, Mar del Sur es un sitio premeditadamente oculto. Algunos de sus comerciantes reclaman más atención por parte del Partido de General Alvarado para lograr más comodidades y difusión, pero para muchos visitantes el encanto del lugar está más en lo que le falta que en lo que tiene.
Es que Mar del Sur no tiene casino ni paseo de compras, tampoco tiene boliches para ir a bailar; el asfalto sólo llegó a la avenida principal; no hay spa, ducha escocesa ni baños de leche; sí hay dos balnearios en total, y restaurantes, claro, pero se cuentan con los dedos de una mano. Ah, y las señales de internet y de celular apenas son una novedad de hace un par de años.
Lo que abunda en Mar del Sur es la superficie de sus playas y el sol siempre presente, nunca oculto detrás de torres gigantescas sino esplendoroso por encima de las construcciones, que no superan los dos pisos.
Todo se adereza con un condimento fundamental: la tranquilidad. Los chicos juegan en la calle y en la arena, sin que los padres se preocupen por los diversos peligros de las grandes ciudades.
Casi todos andan en bicicleta, y cuando se bajan las dejan apoyadas sin necesidad de cadenas ni candados; los que circulan en auto bajan la velocidad para transitar las calles de piedra y arena.
El entorno es campestre; hay caballos y cantos de pájaros al amanecer y al anochecer. Por todo esto, en Mar del Sur abundan los veraneantes de tres generaciones: abuelos, padres y nietos regresan allí cada temporada y repiten el ritual que consiste en disfrutar de no hacer nada.
Incluso hay personas de Mar del Plata o de Miramar que reiteradamente van Mar del Sur para pasar el día en este rincón de playa escondido. La deliciosa rutina diaria del lugar, tal como la caracteriza uno de sus entusiastas habitantes, es “playa, siesta, playa y asado con amigos”.
En todo caso, el que estando en Mar del Sur extrañe el bullicio no tiene más que subirse a la ruta y en un santiamén encontrar todos los vicios de la urbanidad en Miramar.
Nadar o chapotear en el mar, dormir, comer… y hacer deportes. Las inmensas extensiones de dunas son propicias para andar en cuatriciclo. Se puede hacer pesca de agua salada (pejerrey y corvina negra), y de agua dulce en el arroyo y laguna La Ballenera.
Las caminatas sobre la costa prometen, hacia el norte, playas casi vírgenes con médanos y acantilados; hacia el sur, paisajes rocosos –Rocas Negras, a cuatro kilómetros del balneario, es una importante formación cubierta de caracoles oscuros–.
Con todas estas variantes, Mar del Sur podría correr el riesgo de ser copada por turistas este verano: sea de los primeros en instalarse, y no lo divulgue. Cerquita de Miramar y lejos del cemento y la tecnología, un balneario pequeño que promete pocos lujos, mucha costa y tranquilidad.
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(*) Nota publicada el 26 de enero de 2013 en la edición impresa del Diario PERFIL.
La intendencia deberá arbritrar los medios para que Mar del Sur sea una Verdera Playa cuidada para los lugareños y los turistas verano e invierno, sus plazas están vacías de juegos para los niños. Iluminacion ‘ parajes . Intendencia a prestar mas atención en las funciones adquiridas. Gracias-