ISLAS GALÁPAGOS / ECUADOR

Donde los animales son los dueños

Unas 200.000 personas visitan cada año este archipiélago, declarado Patrimonio de la Humanidad. Fotogalería

Unas 200.000 personas visitan cada año las Islas Galápagos, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978. Foto: Ministerio de Turismo de Ecuador [ Ver fotogalería ]

Por Christina Horsten (dpa)

Al ponerse el sol, rabihorcados planean en el cielo mientras que «La Pinta» se prepara lentamente para dirigirse a la siguiente isla. En la cubierta está el argentino Rogelio abrazando a su mujer Suzana. «¿Increíble, no?». La pareja de jubilados de Argentina ya ha viajado a decenas de países en todos los continentes pero nunca había visto algo tan bonito como las Islas Galápagos. «Increíble» dice Suzana una y otra vez durante el crucero de cinco días de duración. «Increíble».

Ya en el muelle de Puerto Ayora, la ciudad más grande del archipiélago situado frente a las costas de Ecuador, donde comenzó el crucero, se pone de manifiesto la enigmática unicidad y orginalidad de la fauna de las islas. Los pasajeros con su equipaje tienen que transbordar en lanchas neumáticas al yate situado a unos 50 metros. Sin embargo, una foca yace extendida en la pequeña pasarela de madera tomando el sol. Cuidadosamente, la tripulación y los pasajeros esquivan al animal. Los turistas activan sus equipos fotográficos. A la foca no le parece molestar. El animal mueve alegremente la aleta y no se desplaza ni un centímetro. En las Islas Galápagos los animales son los dueños.

Unas 200.000 personas visitan cada año el archipiélago, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978. Para los aproximadamente 25.000 habitantes de las cinco islas habitadas del archipiélago, el turismo es la principal fuente de ingresos. «Nadie viene a Quito para comprar sólo un poncho«, dice Carlos, el guía turístico en «La Pinta». Las Islas Galápagos, subraya, «ejercen una increíble fuerza de atracción sobre gente de todo el mundo«.

Uno de los motivos de esa fuerza de atracción es Charles Darwin. Hace casi 200 años que este joven inglés llegó al archipiélago a bordo del «HMS Beagle», sin descubrir nada especial al principio. Durante un mes aproximadamente, en 1835, Darwin recorrió las islas reuniendo muestras de animales y plantas: «La historia natural de este archipiélago es realmente asombrosa. Parece ser un mundo propio«, escribió el naturalista inglés en su diario.

Sin embargo, una vez de regreso a Inglaterra, cuando volvió a examinar los tesoros que había recolectado, le llamaron la atención algunas diferencias: en cada isla, la especie que vivía allí era un poco diferente. Por ejemplo, cada especie había desarrollado una forma de pico diferente para poder comer mejor las frutas que sólo crecían allí. Esta conclusión fue la base de su libro «El origen de las especies«.

De los cientos de especies animales que se han registrado en las islas, casi la mitad sólo vive aquí y en ninguna otra parte del mundo. Las islas están aisladas, pero no demasiado. «No hay demasiada comida ni tampoco muy poca comida, por lo que pudo nacer una competencia sana entre los animales«, explica Carlos.

En algunas islas caminan silenciosamente tortugas más grandes que el neumático de un coche. Aves marinas con patas azules andan en las playas. Cuando vuelen para cazar, se precipitan al mar como una flecha para buscar alimento para sus hambrientos polluelos de plumaje blanco. A poca distancia nadan los pingüinos de Galápagos, la única especie de pingüinos del hemisferio norte.

«Uno puede acercarse a todos los animales. Parece que no se dan cuenta de nuestra presencia o no les molesta en absoluto«, dice Rogelio. En las Islas Galápagos, los animales siempre han sido los dueños, por lo que nunca llegaron a desarrollar miedo al ser humano«, explica el guía y biólogo marino Carlos. Nunca hay que acercarse demasiado a los animales. Hay que dejarlos en paz y nunca tocarlos. «Nosotros no les hacemos nada, y ellos no nos hacen nada«, dice el ecuatoriano antes de sumergirse en el agua con un esnórquel para seguirles la pista a los turistas.

Pocos segundos después hay excitación. «¡Un tiburón, un tiburón!, grita alguien. Asustados, todos los turistas nadan hacia sus compañeros para protegerse. «Anda ya. Ese no hace nada. Es un tiburón de arrecife«, dice Carlos para tranquilizar a los turistas. «Sigan buceando y dejen en paz al animal«. Carlos se sumerge en el agua y suavemente lanza unas burbujas de aire a la cara de una foca que pasa nadando. La foca responde burbujeando. «Esto se puede hacer con esos animales pero con mucho cuidado«, dice Carlos al salir del agua. «A las focas simplemente les gusta jugar«.

DATOS

Cómo llegar: No hay vuelos directos a las Islas Galápagos. Desde la capital de Ecuador, Quito, o la ciudad portuaria de Guayaquil hay vuelos hacia los dos aeropuertos del archipiélago, en las islas de Baltra y San Cristóbal. La entrada al parque nacional de las Islas Galápagos cuesta para adultos unos 75 euros (98 dólares). Es difícil organizar un viaje individual al archipiélago debido a la falta de infraestructuras. La mayoría de los turistas visitan las islas haciendo un crucero.

Cuándo viajar: En principio, se puede viajar durante todo el año a las Islas Galápagos. La temporada de lluvias es entre enero y julio. El resto del año suele ser seco. Pese a la ubicación de las islas en el ecuador, la temperatura del agua es durante todo el año más bien baja y el clima templado, debido a la Corriente de Humboldt, una corriente marina de aguas frías procedente del Océano Glacial Ártico.

Más información: Ministerio de Turismo de Ecuador (Tel.: 00593/23/99 93 33, E-Mail: [email protected]); Oficina de Turismo de Ecuador: http://www.turismo.gob.ec; Parque Nacional Galápagos: http://www.galapagospark.org

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