Mística y relax caribeños en Puerto Viejo

Puerto Viejo combina lo mejor del Caribe con un fuerte toque cosmopolita. Antiguamente fue un caserío de pescadores, hoy un pintoresco pueblo costero que congrega a personas de todo el mundo. La potencia de la naturaleza fue “jalando” a gentes de de todas las razas y culturas y hoy conviven representantes de sesenta regiones del planeta en una atmósfera caribeña relajante. De la combinación de culturas resulta una mística muy seductora, que se expresa en multiplicidad de propuestas terapéuticas alternativas asociadas a la explosión de espiritualidad que se ha convertido en un fenómeno curioso de nueva consciencia planetaria, como clases de todos los estilos de yoga, meditaciones o ceremonias de sanación de corte oriental.

Arquitectura rústica. Puerto Viejo no tiene un solo edificio alto; conserva la arquitectura tradicional con construcciones de madera y techos de tejas a dos aguas o inclusive de paja. Las calles rústicas están regadas por pequeños comercios artesanales, un banco, dos farmacias, tres supermercados e infinidad de bares que ofrecen tragos frutales de día y combinaciones menos naturales por la noche.

Los hoteles y hospedajes -regados por toda la costa tropical- están muy lejos de las grandes construcciones: en medio de exóticos parques y escondidos senderos, emergen las construcciones, realizadas con el cemento mínimo indispensable. El mar y la selva son los protagonistas indiscutibles y la arquitectura se acopla a la naturaleza.

Surfear, bucear y remar. Hay multiplicidad de playas, algunas tranquilas para nadar o dormir una siesta en una hamaca bajo la sombra de un cocotero; otras para bucear entre corales y otras famosas para los fanáticos del surf.

Por un sendero de selva tropical rodeada de árboles se puede caminar desde Puerto hasta Cocles, una de las playas preferidas por los surfistas y lugar de reunión de turistas y locales. Buses locales recorren distintas playas en dirección este. Una  obligada es Punta Uva, una bahía con un mar plácido y un acantilado cubierto por verdísima vegetación tropical. Otra es Manzanillo, familiar, tranquila; un pequeño acantilado (Punta Manzanillo) ofrece una vista panorámica al Mar Caribe. Remar en kayak o bucear entre corales es sencillamente inolvidable.

Pero no todo es perfecto: el único error natural de este trozo de Caribe son las “purrujas” -que en Panamá se conocen como “chitras”- unos mosquitos mínimos que cuando pican acribillan y dejan marcas por semanas. Se ensañan cuando baja el sol: el atardecer en la playa sólo con pantalones o tras un “baño” de repelente de insectos. Si las picaduras fueron inevitables, la única alternativa es recurrir al alcohol y a una loción local con corticoide. El riesgo de infección es muy alto para quien no puede controlar la picazón.

Sin invierno. ¿Cuándo conviene viajar? En Costa Rica no existe invierno ni verano sino las temporadas lluviosa y seca. La costa Caribe de es relativamente única ya que tiene su propio microclima, caracterizado por un intercambio de vientos que mantienen el clima cálido y húmedo la mayor parte del año. Sin embargo, los mejores meses, considerados temporada alta porque el clima es más seco, son febrero, Marzo, Septiembre y Octubre. Los meses más lluviosos son de noviembre a enero y de abril a agosto.

Atravesar los 227 kilómetros que separan a Puerto Viejo de San José, la capital de Costa Rica, en un bus de línea local exige un viaje de unas cuatro horas y media, y tres en un auto. De los múltiples destinos turísticos de Centroamérica, el Caribe sur costarricense es privilegiado. La energía de la tierra se expresa con tanta potencia que lo convierte en un rincón intenso, con una vibración que hipnotiza: la mente se estaciona en una frecuencia de puro placer. Pura vida.

Por Tesy De Biase