En Killka, arte y vino
Una bodega creó un espacio cultural con arte argentino contemporáneo y holandés de los siglos XIX y XX.
. En la zona comprendida por los departamentos de Tunuyán, Tupungato y San Carlos, y escoltadas por las altas cumbres de los Andes, se encuentran las tierras arenosas y fértiles del Valle de Uco. [ Ver fotogalería ]
Killka es una voz indígena traducida como “Portal de entrada”, y como museo llama la atención por sus dimensiones –más de 5 mil metros cuadrados–, en perfecta sintonía con el entorno natural, el Valle de Uco, en la provincia de Mendoza. Un ámbito con matices casi sagrados, en el arte se mira con otra dimensión.
Por un lado, se encuentra la Colección Killka, integrada por una selección de obras de arte argentino de la segunda mitad del siglo XX. De esta manera sobre sus muros se suceden artistas consagrados, y no tanto, y representantes de la región. Entre los más reconocidos se destacan las obras de Nicolás García Uriburu, Rogelio Polesello, Marta Minujín, Antonio Seguí y Rómulo Macció. Por otro lado, también hay cuadros holandeses de los siglos XIX y XX.
Y la llamada Gallería Killka, área destinada a las muestras itinerantes. El año pasado, durante más de un mes se expuso la muestra “Cielos-Cerros-Caminos”, del artista plástico argentino Carlos Alonso, que presenta una serie inédita de paisajes del Noroeste argentino, la ciudad de Unquillo y la provincia de Mendoza.
Las esculturas tienen su lugar en el exterior del museo. Enormes y monumentales, pertenecen a escultores argentinos contemporáneos y todas han sido reconocidas con premios nacionales. Los colores de las obras están a tono y en sintonía con el desierto, y sus forman presentan una síntesis entre ellas y la geografía.
Los artistas que intervienen son Marta Minujín, Nora Correas, Gastón Díaz, Fausto Caner y el escultor uruguayo Carlos Guinovart. En la llamada Capilla de la Gratitud, hay dos grandes frisos de hierro batido, un retablo escultórico de plomo vertido con una gran cruz, y dos fuentes.
En el patio central, impactan los murales de Jorge Gamarra y Pájaro Gómez, mientras su fuente de agua y piedras es un homenaje a la mano del hombre que logra transformar el desierto.
Cocina y vino. Otro de los espacios donde brilla Killka es la cocina. El restaurante del complejo tiene capacidad para ochenta cubiertos y propone platos elaborados con productos de la zona y de la Patagonia argentina. Para grupos, hay que tener en cuenta que el restaurante también posee el Salón Pircas, anexo al comedor, que posee una capacidad de 120 cubiertos. Y galerías externas, para almorzar al aire libre.
Para quienes quieran degustar vinos de la bodega o llevarse algún recuerdo a casa, el Wine Shop ofrece variados productos, ediciones limitadas de vinos, partidas especiales, decanters y postales.
Recorridos. Las visitas guiadas son diarias a las 10, 14 y 16, y para los que quieran recorrer las colecciones de arte, hay dos por día. La duración es de una hora y media aproximadamente.
Publicado por Valeria Vizzon para diario PERFIL.
Todo muy lindo, PERO COMO SE LLAMA LA BODEGA
No lo dice pero la bodega es Salentein, estuve ahí y es fantástico. saludos
se llama Killka pocas luces
La bodega se llama Salentein