Flores para cultivar el alma en Tokio
Desde hace siglos, los japoneses celebran la floración de los cerezos. Picnics para esparcir el alma. Fotos
Los parques se llenan de jóvenes durante la época del Hanami. [ Ver fotogalería ]
Hana: flores. Mi: contemplar. El Hanami se inició por una creencia popular que alega que, en el tronco de los cerezos, habita una divinidad a la que hay que rendir tributo. De esta manera, cuando se comenzaba la siembra del arroz, los japoneses realizaban anualmente un ritual bajo los cerezos, donde agradecían y pedían protección para las cosechas. Por otra parte –una parte no muy lejana, siempre en Oriente–, una tradición practicada por el pueblo chino consiste en contemplar largamente las flores con el fin de esparcir y cultivar el alma.
Así, uniendo las dos costumbres, comenzó esta tradición. En el año 794 d.C. los festejos llegaron a la Corte, cuando uno de los emperadores decidió unir la fiesta cortesana y la adoración pagana, y organizar una fiesta en el jardín del palacio con motivo de celebrar el florecimiento de los cerezos. Desde ese momento y durante siglos fue un privilegio de la nobleza.
Actualmente, es una tradición popular que se realiza en todos los rincones de Tokio: consiste en reunirse con amigos, compañeros o familiares, bajo los cerezos, y realizar un picnic en donde abundan los licores, el vino y el sushi. Y, por supuesto, las flores.
Es en abril. Más de cien variedades de cerezos existen en Japón, aunque la más conocida es la Someiyoshino, que si bien no da frutos, se caracteriza por sus hermosas flores de cinco pétalos de color rosado pálido o blanco, y apenas llega a los seis o siete metros de altura. Otra variedad que sobresale es la Yamazakura, que crece preferentemente en la zona de las montañas y llega a tener más de veinte metros; las flores son de cinco pétalos, pero de un rosa más intenso.
Es tal la belleza de los cerezos y su floración efímera (no resisten más de una semana prendidas al árbol) que los noticieros meteorológicos de la televisión y la radio añaden un espacio durante los meses de marzo y abril para anunciar los pronósticos de floración. En el sur de Japón, las flores se comienzan a observar en enero; en el norte, es más tardío: mayo o junio. Aunque en las grandes ciudades como Tokio, Kyoto y Osaka el mes del cerezo es abril.
Los japoneses lo veneran porque dicen que representa la belleza y la fugacidad de la vida, y le rinden culto en forma de picnic en la Fiesta del Hanami. Pero no sólo durante las horas de sol se puede apreciar el espectáculo; también durante las noches, ya que se las ilumina especialmente para que la observación sea completa las 24 horas.
Bellisimas,una maravilla.
Sres de Japón: mis más sinceras felicitaciones,envidio (sanamente) a vuestro pueblo por la sensibilidad que manifiestan permanentemente,como me gustaría visitar Japón aunque solo sea por un día,Dios bendiga a vuestro pueblo.
me gusto la nota, muchas gracias.