Tres días en Turín, un idilio con el buen vivir
Viñedos y vida cultural compiten en protagonismo con el célebre vermouth y la tradición automovilística. Fotos.
La mejor panorámica. Es la que se obtiene desde el mirador de la Mole, ubicado a más de 150 metros de altura. En días diáfanos, se alcanzan a ver los Alpes. [ Ver fotogalería ]
Por Ingrid Williams (*)
En lo que respecta a reputaciones urbanas, ser el hogar del Sudario de Turín y de los cuarteles generales de la Fiat no es mucho para jactarse. Pero Turín, la cuarta ciudad de Italia, por su superficie, también tiene la elegante cultura de cafés de Trieste durante el día y el vibrante paisaje de aperitivos de Milán durante la noche, todo anidado en Piamonte, una de las mejores regiones de vinos y comidas de Italia.
1º DÍA. CLÁSICOS CON VERMOUTH
Para una experiencia artesanal única de Turín, pruebe las soberbias cucharadas de helado de pistacho y turrón de la gelatería Alberto Marchetti. Llévese este cremoso agasajo mientras recorre a pie algunas de las áreas más hermosas de Turín, empezando en la extensa Piazza San Carlo, rodeada por elegantes edificios barrocos.
Después, camine sobre la Via Roma bajo magníficos pórticos –Turín tiene casi 18 kilómetros de galerías– hasta llegar al corazón de la ciudad, la Piazza Castello. Allí, dos palacios reales de la Casa Savoya, el Palazzo Madama y el Reale, yacen con un modesto esplendor. Más allá del Reale está la capilla donde se resguarda el Sudario.
La ciudad donde se originó el vermouth guarda con cariño su cultura de aperitivos, posiblemente la mejor de toda Italia. El vecindario más alegre para formar parte de esta tradición, previa a la cena, es el famoso Quadrilatero Romano.
2º DÍA. DESDE LAS ALTURAS
Comience la mañana con un bicerin, un preparado con capas de café, chocolate caliente y leche espumosa, servido en una copa con forma de tulipán (5 euros) en el Caffè Al Bicerin, de 1763. Supuestamente, fue el primer lugar donde se sirvió esa bebida, que se acompaña perfectamente con una rebanada de fresco pastel de avellana (4 euros).
Florencia tiene su Duomo y Turín, la Mole Antonelliana. Coronado con un masivo domo y una espiral cónica, el elevado edificio es el símbolo de la ciudad. Suba al elevador de vidrio para ir a la cubierta de observación y contemplar la mejor vista de la ciudad (y antes del ocaso, los vecinos Alpes). Después, la cena se encuentra a apenas unos pasos, en Sotto la Mole, un restaurante especializado en cocina regional.
En Piamonte, la región de la que Turín es capital, prospera la noble vid nebbiolo, que produce barolos y barbarescos oscuros y de gran cuerpo, que tienen fama de estar entre los mejores vinos de Italia. Para ver porqué tanto alboroto, recorra la vasta lista de vinos de TreGalli (Via Sant’Agostino, 25).
3º DÍA. EL ARTE DEL AUTO
Históricamente, este destino ha sido la columna vertebral de la producción automotriz italiana (sin ir más lejos, la “t” de Fiat es por el nombre de la ciudad). Pero en estos días, el orgullo del distrito industrial Lingotto, alguna vez casa de una enorme fábrica de la Fiat, es el moderno Museo Nazionale dell’Automobil. No se necesita ser amante de los autos para embelesarse, ya que resulta fascinante ver la progresión de los vehículos, desde los más clásicos hasta los futuristas. Turín es un viaje completo, desde el alma hasta el buen vivir.
DATOS
- Coordenadas: Turín está ubicada en el norte de Italia, custodiada por los Alpes y a la vera del río Po.
- La mejor ruta: desde Buenos Aires se consiguen vuelos con escala en Roma desde $ 8.289 con impuestos. El aeropuerto queda a 16 kilómetros de la ciudad. También se puede llegar en tren desde Roma.
- Alojamiento: habitaciones dobles en el refinado Grand Hotel Sitea, desde 158 euros. En Town House 70, cerca de la Piazza Castello, desde 119, con desayuno incluido.
(*) The New York Times / Travel. Diario PERFIL (Sábado 15 de junio de 2013)
yo no tengo para viajar a europa por que no publican lugares de nuestro pais ahi si puedo viajar