ESTADOS UNIDOS

Destinos extremos

Los turistas audaces van en busca de la naturaleza en su estado más puro. Nieve, arena y sal en paisajes sorprendentes.

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Por Analía Melgar. Diario PERFIL

El subcontinente de América del Norte, con sus casi 25 millones de kilómetros cuadrados, reserva alternativas a los clásicos parques temáticos y a los clubes de playa. Canadá, Estados Unidos y México tienen mucho para ofrecer: paisajes extremos y animales sorprendentes.

De Norte a Sur, Alaska primero: este territorio estadounidense contiene varios parques, como el Parque Nacional y Reserva de la Bahía de los Glaciares, destino para turistas exclusivos pues sólo se accede por ferry o avión; o el Parque Nacional y Reserva Katmai, famoso por sus osos pardos, peligrosas moles carnívoras que pesan hasta 600 kg.

El mundo salvaje está en Alaska: allí también esperan otros seres más amistosos como los alces y los renos, o la mágica película de contemplar una aurora boreal, que implica soportar -10 °C a la intemperie, pero vale la pena. Como también lo vale sumergirse en el gélido océano Pacífico del Norte para descubrir la vida de la ballena gris. Este gigante cetáceo arriba cada invierno al mar de Bering, acompañado de su cría.

Viajando hacia el Sur, Estados Unidos aguarda no sólo con descomunales metrópolis, sino también con regiones donde la vida se abre paso contra todo. En el Desierto de la Gran Cuenca, el mayor del país (más de 400 mil km2), se divisa el Gran Lago Salado; al sudeste de él queda Salt Lake City, capital del estado de Utah, donde se respira todo el pasado del Oeste norteamericano.

Por allí, la Sierra Nevada y las Montañas Rocallosas tienen centros de esquí. Pero si el viajero aterriza por allí en verano, el Gran Lago Salado tiene cinco veces más sal que el mar, y pocas especies sobreviven. La mosca de la ribera forma una nube negra de más de 100 mil millones de ejemplares, que las gaviotas devoran.

Cuando el paisaje se cubre de nieve, sólo quedan el conejo, que sacia su sed comiendo el arbusto de la Artemisia tridentata, y la comadreja, que persigue al saltarín de orejas largas para alimentarse en ese páramo.

Entre el estado de Utah y Arizona se encuentra el Valle de los Monumentos, con sus torres de arenisca roja, que fueron la escenografía para John Wayne y tantas películas del género “western”. Esta es también la región del río Colorado, el gran agente erosionador, que arrastrando arena y lava dio forma al Gran Cañón que recibe con un menú integrado por varias opciones: trekking, rafting, paseo en mula, en barca y hasta en helicóptero.

Entre esos acantilados imponentes viven cuervos y los hoy recuperados cóndores californianos: casi se habían extinguido envenenados por comer plomo de perdigones, pero hoy ya suman 400 ejemplares desplegando sus alas de tres metros.

Hay mucho más para quedarse con la boca abierta: rasante, intrépidos coyotes; lagartijas que se entierran en las dunas, diversidad de cactus con espléndidas flores. Toda esta vida existe en lugares como el desierto de Sonora, México; el desierto de Mojave, California; o el Valle de la Muerte, con el récord mundial de 58°C de calor absoluto, también en California. Antes de emprender el viaje, se puede apreciar parte de esto en la serie de documentales Norteamérica, que Discovery Channel transmite los domingos a las 21.

 

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